Ana y las señales del cielo. Miércoles de literatura

Saludos queridos amigos de la comunidad de Recreative Steem, siempre es un gusto saludarles, desearles éxitos y bendiciones desde el lugar en que se encuentren, además de agradecerles por el tiempo que se toman para leer estas líneas, las cuales les escribo con cariño.

Hoy, en este miércoles de música y literatura, quiero contarles una de esas historias de ficción, que se basan en la realidad, que podría pasarnos a cualquiera de nosotros. La mayoría no somos capaces de ver las señales del destino, de cuando es el momento de terminar con un ciclo. Es un término muy usado en la actualidad, ese de cerrar ciclos, pero que pocas personas entienden su significado realmente, hasta que ya han finalizado y comienzan una nueva etapa en su vida.

En un pueblo de esos que pocas personas recuerdan el nombre, vivía Ana, una joven quizás avejentada por una vida de malas experiencias, pero con no muchos años de existencia. No era nativa del pueblo, se acercó allí un día para huir de la vida que tanto le hizo sufrir, para poner un antes y un después, para intentar comenzar de nuevo. Encontró paz y tranquilidad, un periodo reflexivo en dónde quedarse a vivir una buena temporada.

Paso el tiempo y Ana vivía muy cómoda en su vida de aislamiento del mundo, tenía paz y tranquilidad, pero siempre sentía que algo le faltaba. Pensó que era una pareja, pero las personas que conoció no le quitaban esa sensación de vacío. Luego se dedicó a hacer otras cosas, cosas que aprender, experiencias nuevas, pero nada de esto la orientaba hacia el camino adecuado para hacer a un lado ese vacío..

Un día, al llegar de trabajar, se consiguió con una desagradable sorpresa, la escalinata que comunicaba la puerta de su casa con la calle se desplomó, misteriosamente y sin explicación. Sus vecinos le ayudaron a improvisar una escalera con madera, así solventó el asunto, pero sabía que debía reconstruir la escalinata. Al pasar de los días, se vio con muchas incomodidades por el remedio temporal, se le dificultaba ingresar a la casa con las compras, comenzaron las lluvias y la madera amenazaba con deteriorarse, pero no tenía dinero con que reparar la escalinata.

Con las lluvias vino otro problema, llovía más de lo normal, las paredes comenzaron a ceder al paso del agua y se crearon filtraciones. Se preocupó por la intensidad de las lluvias y quiso telefonear a su madre que vivía en una ciudad a unos cuantos días de camino, pero la tormenta derribó varios postes telefónicos, dejando incomunicado al pueblo.

Sentía que había algo que no estaba bien, ya era de noche, antes de ir a dormir se dedicó a la oración, esa noche oro hasta quedarse dormida. En sus sueños se le presentó un ángel, este le sonreía, ella estiró su mano tratando de alcanzarlo, viendo su ansiedad el con voz suave le dijo: .

Despertó confundida, era un sueño pero se sintió muy real. Pensó en lo que el ángel le dijo, pero a dónde iría? Volver con su mamá, ir a otro lado, no sabía que hacer. Además, que pasaría con su casa y sus cosas. Meditó por horas, hasta que decidió seguir a su corazón y creer en las palabras del ángel, irse a otro lado a pesar de la incertidumbre.

Se levantó temprano, recogió la ropa que le cupo en una vieja maleta que trajo cuando se fue a vivir a ese pueblo, cerró bien la puerta pensando en volver a buscar sus cosas en algún momento. Sin voltear para no arrepentirse, salió del pequeño pueblito que fue su refugio durante algunos años, algo que, a pesar de estarlo haciendo, no sentía seguridad.

Pasaron unos días, su madre le pedía que volviera a casa, pero ella aún pensaba en que hacer, establecerse en algún poblado más grande y luego buscar sus cosas, por ejemplo. Entró en un establecimiento de víveres, uno de esos en que el encargado es un viejito bonachón que trata a todos sus clientes como si los conociera. Tenía una vieja radio que encendía cuando los clientes eran de poco hablar como Ana, seguía tratando de sintonizar una emisora entre música y palabras sueltas. Se detuvo en una emisora cuyo locutor daba una noticia sobre un pueblo vecino; la crecida de un río cercano por causa de las lluvias había derribado la mitad del pueblo, mientras que el resto se había sumergido bajo las aguas. Habían muchos desaparecidos.

Ese día Ana aprendió que a veces las corazonadas te alertan, las sensaciones de vacío te guían, cuando te empeñas en no hacer caso, hasta los ángeles llegan para sacudirte.