¿De quién es la culpa?

Recuerdo que salí del bachillerato a los 16 años de edad y fui a Mérida a presentar en la Universidad de los Andes para estudiar Idiomas Modernos. Eran dos pruebas, la primera era de Inglés y Francés, si aprobaba esa, debía regresar en Febrero del siguente año para presentar una psicológica y de componente general. Estaba feliz, sinceramente, sin embargo, cerca de la fecha, me enfermé y no pude asistir.

Pensándolo con la cabeza fría, entendí mucho después que tenía miedo. Vivía con mi abuela, no contaba con una entrada de dinero, no sabía hacer nada del hogar, ahora iba a tener que vivir sola, hacerme todo, estudiar lejos y seguramente conseguir una trabajo de medio tiempo para costear los estudios. Culpé en ese momento a la enfermedad, pero mi cuerpo sólo estaba reaccionando a lo que había en mi mente.

Mirando hacia adentro. Nosotros lo sabemos, estamos muy claros cuando hacemos o decimos algo que está dañando a otro o cuando no quiero enfrentar algo y la salida segura es huir, entonces busco una causa que me permita excusarme. En la medida en que maduramos, aprendemos a considerar nuestras acciones, a pensar major antes de actuar y a ser empáticos, pues en la medida en que evaluamos cómo se sentiría el otro si hacemos tal o cual cosa, entendemos cómo nos sentiremos nosotros después.

Es terrible, no importa si es algo muy grande o algo muy pequeño. Daré dos ejemplos prácticos. El primero, una flatulencia… ¿Verdad que nadie quiere admitirlo? Y, normalmente, ¿qué hacemos? Culpar a otros. Pero he visto a gente molestarse a tal punto, que abandonan el lugar.

El Segundo, es un poco más delicado. Sé de una mujer que estaba embarazada, muy feliz, unos días antes de cumplir los tres meses, por esto de los cambios hormonales, se molestó mucho con el esposo por una tontería, se aceleró, lo corrió y fue tanto el impacto para el pequeño feto, que murió. Por un tiempo eso la marcó muchísimo, perdió su relación, se sentía muy culpable de no haber podido controlar la rabia. Gracias a DIOS está mejor, y con la conciencia de que siempre es necesario ser consciente de lo que sentimos y del daño que le causamos a otros.

Así sé de muchos casos, de matrimonios que han terminado por causa de la culpa. Y luego vemos a los hijos de los divorciados, culpándolos de las decisiones erradas, se convierte en una cadena interminable.

Ahora, nada. He aprendido que asumir mis errores es más edificante para mí y para los que me rodean que tratar de buscar culpables. Antes por supuesto que no, mi inseguridad era por culpa de la ausencia de mis padres, mi falta de constancia, por culpa de la situación, entre otros.

Alguien puede, con su acción, generar una reacción en mí, pero esa reacción es mi responsabilidad. Si me equivoco, fui YO quien decidió actuar de esa forma y al reconocerlo, pesa menos en la conciencia y podemos continuar. Cuando culpamos a otros, es peor, daña a otros y a nosotros mismos.

Gracias por la oportunidad de participar. Invito por acá a @cive40, @caro79 y @adc2017 a participar.