Hola amigos de steemit.

@graceleon abre un nuevo concurso en la Comunidad Recreative Steem que está relacionado con las películas Biopic. Y más que un concurso hay la intención de un foro cinematográfico de este sub-género cinematográfico. Si desean participar es importante leer varias consideraciones importantes, por ello los invito a chequear el siguiente enlace New Contest: "Biopic Forum" // Nuevo Concurso: "Foro Biopic" y hacer tu publicación de una película Biopic.

Aprovecho la oportunidad para invitar a @oacevedo, @psicoparedes y @damithudaya.

Siendo muy sincera no me gustan las películas biopics ni la tendencia que tuvo en algún momento esta clase de películas. Yo prefiero ver las películas desde otro punto de vista (no como biografías) y no me gusta ir al cine con un esquema prefabricado o analítico.

Aprendí, con grandes maestros cineclubísticas, que lo primero era disfrutar las películas como tal, sin encajonarlas, sin analizarlas, solo disfrutar la propuesta cinematográfica que planteaba un director. Después, esa es otra historia!

Pero, sin entrar en tantos detalles, algunas biografías o hechos reales llevados al cine han sido un verdadero espectáculo visual.

Ahora bien, la película que quiero reseñar para este concurso es El Hombre Elefante (1980) del director estadounidense David Lynch.

Esta película la vi por primera vez en el año de 1988 cuando trabajaba en el cine club Ocho y Medio. Se proyectó en un ciclo de películas que se relacionaban con los derechos humanos.

Es una película producida en Estados Unidos, realizada intencionalmente en blanco y negro, basada en la vida de Joseph Carey Merrick quien padeció del síndrome de Proteus y fue conocido, en la época victoriana, como El Hombre Elefante.

La película se basa en dos libros y el guion adaptado fue realizado por el propio David Lynch, Christopher De Vore y Eric Bergren. En el elenco se destaca a un joven Anthony Hopkins como el doctor Frederick Treves, John Hurt como John Merrick, Anne Bancroft como la actriz Madge Kendal, Hannah Gordon como la esposa de Dr. Treves y Helen Ryan como la princesa Alexandra, entre los roles que más me gustaron.

Trata de la vida de John Merrick, un hombre con la cabeza deformada quien durante toda su vida sufrió humillaciones y fue exhibido en un circo como parte de las atracciones abominables.

La película está magistralmente realizada ya que nunca, ni siquiera someramente, trata el tema de Merrick con morbosidad.

El blanco y negro le otorga a la película una ambientación adecuada para comprender el dolor y el sufrimiento de un ser humano en sublimes oscuros; y en los momentos con claridad se presenta la dignificación y mejor ánimo del personaje principal.

La banda sonora realizada por John Morris acompaña perfectamente la semántica de la película. En este sentido, no hay abusos sonoros. Suavemente nos sumergimos en el mundo de John Merrick, sus sentimientos y sufrimientos, comprendiendo el tema universal de la existencia y la valentía de vivir aún con el dolor.

David Lynch, desde mi punto de vista, tiene muchos momentos de miradas subjetivas. Quisiera destacar la ocasión en que la esposa del doctor Treves llora ante la humildad e inocencia de John Merrick. Pareciera que es propio Lynch quien no puede contener sus lágrimas y nos los dice en esta escena de gran belleza.

Finalmente, Lynch se desahoga en la escena final, cuando Merrick muere de una bronquitis. La escena es soberbia y alcanza un clímax de compasión para quien no pretende ser algo más que un hombre, un ser humano. El cielo estrellado a través de una ventana y una voz en off que alude a la madre de John Merrick diciendo el verso del poeta Lord Alfred Tennyson “Nothing Will Die” es un acto de liberación.

Cuando miré esta película en una segunda ocasión, lloré. Conocía la trama y sabía lo que iba a pasar. Disfruté cada encuadre y cada escena de una manera intensa.

Presté más atención a muchos detalles escenográficos que fueron muy bien cuidados al igual que el vestuario y las locaciones.

No obstante, lo que me llegó más hondo es un parlamento muy repetido cuando se habla de El Hombre Elefante:

“¡No! ¡No soy un elefante! ¡No soy un animal! ¡Soy un ser humano! ¡Soy una persona!”
John Merrick

Un grito ante la multitud, un grito antes de caerse, un grito desesperado de un hombre asombroso que vivió la gran tragedia de ser maltratado, humillado y vejado. En ese momento comprendemos que lo más abominable de la historia es percatarnos de la monstruosidad de seres humanos que se cruzaron en la vida de John Merrick (los verdaderos monstruos fueron ellos) y son quienes atropellan o siguen atropellando -de manera perversa- psicológica o físicamente a seres indefensos.