Historias en Blanco y Negro, 10ma Edición / El que no se arriesga nunca consigue nada

En ese momento María no estaba tan segura sobre la próxima partida, pero pensó: "Incluso si pierdo, prefiero ser entregada a los lobos en lugar de vivir y ver cómo mi vida se vuelve más imprudente". Ya no tomó más del alcohol y dejó la copa en la barra. Mientras que los desconocidos, ya con sus mentes nubladas por el whisky, decidieron hacerle una propuesta fuera de lugar. Entonces, ella selló su declaración diciéndoles: “Está bien. Acepto el reto”.

Antes de llegar a tal decisión había ocurrido lo siguiente: María acompañó a su amiga Ruth al “Bar El Tufo”, debido a que esta casi que se lo rogó de rodillas, pues Ruth tenía que encontrarse con un señor para concretar cierto asunto importante. Sin embargo, el hombre de la cita no llegaba, pero la chica insistió en esperarlo. Mientras tanto las dos se mantuvieron en la barra degustando algunas copas de escocés.

Al lado de ellas estaban dos sujetos jugando ajedrez y había otros tres más de mirones, interesados en la partida, aunque no solamente miraban el tablero, también miraban a las jóvenes de al lado.

La partida de ajedrez terminó y en eso se escuchó la voz de Ruth dirigiéndose al grupo de desconocidos: “Mi amiga aquí presente también sabe jugar ajedrez. ¿Será que alguien la reta?”

María quedó paralizada con la propuesta de Ruth y comentó:

• ¿Estás loca? ¿Quién dijo que yo quería jugar ajedrez?

• Venga, señorita. Juguemos una partida -le invitó uno de los hombres.

• Anda, mujer -le animó Ruth-. Con eso esperamos a que llegue mi amigo.

María decidió jugar y en cosa de 10 jugadas dejó fuera de combate a su contrincante. Igualmente, otro de aquellos hombres corrió con la misma suerte y en cosa de unas 12 jugadas perdió la reina. De ahí en adelante la chica se rehusó a seguir jugando.

El amigo de Ruth seguía sin llegar y al cabo de una media hora los del ajedrez se le acercaron a María y, presentándoles a otro desconocido, le dijeron:

• Señorita, este que está aquí es Mamerto García, un ajedrecista de alto nivel, mil veces mejor que nosotros. Queremos hacerle una propuesta: Si usted le gana le daremos 500 dólares, pero, si pierde la partida, deberá bailar frente al público quitándose la ropa lentamente hasta quedar en pelota.

Por un momento a María le provocó echarle la copa de whisky en la cara a aquel negociante de ojos enrojecidos, pero al mismo tiempo se acordó de que su tía más querida estaba muy enferma y, si no se le compraba cierto tratamiento médico, era probable que pronto falleciera. Entonces pensó: “En esta vida los que no se arriesgan nunca consiguen nada”, y respondió:

• Está bien. Acepto el reto.

Fuente

_{Invitación: @lirvic, @norat23, @crisvera
15% para @hive-141434}