Concurso: Una historia sobrenatural

El ambiente era frio, se escuchaba el crujir de los arboles de ramas secas como a punto de quebrase, Laura estaba debajo de uno de ellos y decidió entrar a la casa, la puerta no cerraba bien así que se colaba un poco de viento helado por esta. Su abuela se mecía en la vieja mecedora, tejiendo mientras apenas podía mantenerse despierta. Al escucharla entrar le preguntó: ¿pudiste comunicarte?, no contestó, total le pareció que la señora ya dormitaba.

Era un anochecer especial, esperaban el regreso de su padre después de muchos meses de ausencia, con el teléfono móvil aun en las manos se acercó a la mecedora y acarició la blanca cabellera de su anciana, esta efectivamente se había dormido. De repente el repicar de su artefacto la hizo correr al comedor para no despertarla. Alo, papá me escuchas, ruidos diversos se oían, insistió: ¿me oyes? Si, hija te escucho, el vuelo está parado por el fuerte ventarrón, llegaremos un poco retrasados, tranquiliza a mamá y dile que ya falta menos para vernos.

Regresó al salón y le comentó: papá llegará con retraso, al sentir que la dama no respondía se acercó y pudo ver como la señora no respiraba, el temporal se incrementó, la rama que crujía se quebró e hizo un estruendo al caer sobre el techo de la casa, su abuela palidecía rápidamente, las ventanas y puertas se batían. En ese momento recordó aquella vieja oración que su abuelo fallecido hacia para cambiar la furia de los vientos, comenzó a repetirla mentalmente, si parar, sin cesar, con absoluta fe, buscó una mantas y arropó bien a la mujer, comenzó a frotarle el pecho y las manos, mientras continuaba repitiendo sin cesar la plegaria en su mente, todo pasaba muy rápido. De repente su abuela toma aliento, llora y dice ¿Qué ha pasado? ¿Me estaba ahogando?

Laura no respondía, seguía con su culto mental, dándole calor y reanimándola, el viento comenzó a ceder. Se hacía cada vez más lento. Le dio un té caliente, recogió el tejido de la anciana de sus piernas, en ese momento observa que cae algo al piso, una foto del abuelo con la oración manuscrita en la parte trasera, le pregunta ¿Abuela estabas haciendo la oración? Esta le responde: desde que comenzó el viento. La ventisca había desaparecido, sin embargo ella no dejaba de usarla como mantra, repicó el teléfono, era su padre indicándole: que el vuelo salía, además jocosamente le comentó, una vez más mí padre hizo cambiar los vientos, comencé a repetir su oración y mira ya voy a casa.

Invito cordialmente a: @julia253 @dulcem05 @danapalooza

Nota: Imagenes cortesía de pixabay