El hombre de rojo bajo su mirada quedando encorvado en silencio en aquella silla blanca. Los segundos iban muriendo mientras permanecía allí. De manera súbita se incorporó e inmediatamente golpeo con una brutal fuerza la mesa con sus dos puños mientras gritaba a toda voz.

- Porque los quiero matara a todos... -

De manera inmediata los dos hombres vestidos de blanco hicieron el desmán de ir a sujetar al violentó hombre de rojo. Para ello sus manos derechas fueron, de manera automática, a desenfundar las macanas que llevaban cada uno en su cinturón.

Quieta, inmutable, como si no sintiera ninguna amenaza por parte del violento hombre de rojo, levanto su brazo izquierdo y con un gesto de su mano inmovilizo la acción de los guardianes. Todos esos movimientos los realizo sin dejar de ver los ojos de su interlocutor.

Militarmente hablando, ella estaba en terreno bajo, el en terreno alto. Ella tenía una posición poco agraciada. Sin embargo eso no le impidió mantener las riendas de aquella reunión que se efectuaba entre los dos. Siguió viendo al presunto atacante. Luego de unos segundos aquella exótica mujer dejo que desde su boca salieran unas palabras.

- ¿También me quiere asesinar a mí? -

Aquella pregunta logro desarticular las intención de violencia de aquel ser erguido y apoyado con sus brazos sobre aquella mesa blanca.

La mujer exótica pudo observar como la tensión de aquellos fornidos brazos iba disminuyendo. Su mente comenzó a jugar con sus sensaciones y por ello imagino como aquella fortaleza que veía en aquel ser podría dominarla y se convertía en un juego de placer.

La vestimenta roja de aquel hombre, a pesar de no ser ajustada, le permito explorar visualmente el estado físico de su entrevistado. Pensamientos volaron en su imaginación y a pesar de sentir un cosquilleo en todo su cuerpo, el mismo, no dio signo de alguna satisfacción o de emoción.

La agresión se iba convirtiendo en relajación luego de que el hombre de rojo escucho las palabras emitidas por interrogadora. Su cuerpo fue perdiendo tensión y poco a poco cambio la visualización de quien tenía en frente. Por unos instantes pudo percibir aquel agradable olor que emitía aquella mujer de ojos azules.

Ese olor, que no era artificial, lo ayudo a calmarse. Dentro de aquella relajación pudo ver que el cuerpo de aquella mujer no estaba vencido por la gravedad. La vestimenta de aquel ser exótico denotaba que no existía, bajo aquella indumentaria, algo que ayudara a su cuerpo en la lucha por la firmeza de su piel.

Poco a poco, bajo la mirada fija de quien estaba en frente, el hombre de rojo retomaba su posición en aquella silla blanca. Todo en la habitación blanca regresaba a como estaba minutos atrás. Los guardianes de blanco retornaban a su posición de vigilancia. El hombre de rojo volvía a su estado de tranquilidad y la exótica mujer, sentada con confiada relajación, desviaba la mira que mantenía sobre su entrevistado y volvía a tomar la carpeta blanca entre sus manos.

Mientras leía, de nuevo, las hojas en el interior de la carpeta blanca, el hombre de rojo sentado con sus hombros encorvado y si barbilla cerca de su pecho emitió algunas palabras que hicieron que la mujer interrumpiera su lectura. Fue un susurro que no fue bien escuchado por su interlocutora.

Al no recibir respuesta de aquella mujer exótica, el hombre de rojo levanto su mirada hasta fijarse en aquellos ojos azules que le interrogaban silenciosamente por lo que había dicho. Al ver la interrogante en sus ojos, el de rojo aclaro su garganta y volvió a emitir las palabras que había expresado.

- Me quiero disculpar. Mi explosión violenta nunca debió de suceder. Simplemente perdí los estribos. Soy una persona que cambios de estado de ánimos muy rápidamente sin poder dominar los mismos. -

La exótica mujer lo vio silenciosamente por unos instantes. En su rostro se fue dibujando una leve sonrisa para luego con gran gentileza expresarse serenamente.

- Lo sé. Acá en estas hojas esta todo sobre usted, sobre su vida, sobre su personalidad. Realmente en estas hojas esta descifrado casi todo de usted. Sin embargo, hay algo que no aparece por ningún lado en este expediente. -

La vergüenza de sus actos sufrió una transformación al escuchar las palabras de aquella interrogadora. El hombre de rojo estaba sorprendido. A pesar de que sus ojos delataban aquella sorpresa, su cuerpo no mostro rastro de la misma. Trato de mantenerse calmado esta vez. Había algo que él no entendía y sentía la necesidad de averiguar que era.

- Si sabe todo sobre mi, ¿Por qué está usted acá en esta habitación aislada? -

Él se sentía sorprendido. Su pregunta no lograba sacar de su tranquilidad a aquella exótica interrogadora. Ella seguí mirándolo fijamente. No existían signos de emociones, de inquietudes o de alguna señal que le diera un pista del por qué de la entrevista con aquella mujer.

Siguiendo con su postura, aquella interrogadora prosiguió con el dialogo

- Porque sé que por más que existan muchas descripciones, muchas hojas llenas de palabras en este expediente que buscan clasificarlo, catalogarlo e inclusive etiquetarlo, por mi experiencia, estoy segura que hay más en usted. Hay cosas que siempre ha mantenido ocultas y reprimidas en su interior. -

- Esa cosas ocultas son las que lo ha llevado a cometer ese violento acto que lo trajo a este lugar. Estoy aquí para descubrir que es lo que lo hace actuar de esa manera. Mi presencia en este lugar es para ayudarlo a que, lo que usted esconde dentro de sí, aflore y nos muestre quien es realmente. -

A pesar de la serena y fuerte postura que mantenía el hombre de rojo, las palabras de si interlocutora lo habían estremecido su interior. No se sentía descubierto. Más bien, se sentía atraído por aquella mujer. Esta atracción no estaba enfocada en los atributos físicos de aquel exótico ser. Las palabras que escuchaba de ella lo hacían darse cuenta de que la interrogadora formaba parte de un muy reducido grupo de mujeres que veían más allá de los que el mostraba.

Sintió una desenfrenada necesidad de abrazarla. Ella había logrado obtener la llave para abrir aquella puerta de seguridad que le había colocado para impedir el paso a su interior de cualquier persona. Sus defensas estaban bajando la guardia. Él estaba a punto de abrirse.

Pero de repente sintió una punzada interna. Su cerebro emitía una alarma. - Es una trampa -, era el aviso de urgencia que analizaba su mente.

Quedo estático, sin emitir palabras, mi hacer algún movimiento. Solo veía fijamente aquellos bellos ojos azules mientras en su interior se reforzaba aquella notificación de emergencia que alarmaba su interior. La frase se convierto en una pregunta

¿Es una trampa?

Continuara