Aquellos dos hombres vestidos de blancos los sujetaban, cada uno, por un brazo. Guiaban a aquel ser, vestido con pantalón y camisa roja, por aquel pasillo de paredes blanca y de piso del mismo color.

A medida que avanzaban iban sobrepasando puertas blancas en ambos lados del pasillo. Nadie emitía palabras. Solo el sonido de los pasos de aquellos tres hombres rompía con el silencio del lugar. El aire acondicionado mantenía la temperatura del lugar a pocos grados del nivel cero.

De manera brusca, los dos hombres que guiaban al tercero se detuvieron y giraron hasta quedar frente a un de las tantas puertas. Uno de ellos apretó el botón del intercomunicador y casi de manera inmediata, la cerradura de eléctrica de la puerta se desbloqueó. Los tres seres entraron a la habitación.

Cuatro paredes, un piso y el techo, todo de color blanco. En el centro de la habitación una mesa del mismo color. Los visitantes caminaron hasta el centro y de manera agresiva, sentaron al hombre vestido de rojo en una silla blanca que estaba vacía en uno de los lados de la mesa.

Ya sentado lo hombres se retiraron hasta colocarse cada uno al lado de la puerta. Frente al hombre de rojo se encontraba sentada en una silla blanca una hermosa mujer con indumentaria del mismo color de su alrededor. Su piel, morena clara, hacían resaltar aquellos inmensos y preciosos ojos azules. Sus labios color rojo definían una boca provocativa. Su vestimenta mostraba buenos atributos sin caer en la vulgaridad. Mucho era dejado a la imaginación.

las miradas de ambos se encontraron y luego de entablar una pequeña batalla, los preciosos ojos azules cambiaron de dirección y comenzaron a leer algún escrito que se encontraba en unas hojas en el interior de aquella carpeta blanca que sostenías unas hermosas manos decoradas con una perfectas uñas color rojo.

Aquella bella y exótica mujer movió una de sus manos hacia un lapicero blanco que se encontraba encima de la mesa y con movimiento lento pero preciso los sostuvo. Poco a poco el lapicero se movía entre el espacio que existía entre la mesa y su cuerpo hasta llegar a su boca. Abrió la misma para que sus dientes mordieran de maneja suave la punta de aquel objeto.

Un pequeño sonido fue emitido en la habitación. La bella mujer dejo de leer aquellos papeles y fijo su mirada hacia el hombre de rojo. Al ver que aquel ser solo la observaba fijamente sin emitir algún sonido, sus ojos fueron a supervisar a los hombres que estaban postrados en la puerta. Estos sin poder disimular, observaban fijamente hacia el final de la habitación.

La mujer dejo de mirar a los vigilantes y volvió a dirigir su atención hacia el hombre sentado frente a ella. Sus ojos volvieron a encontrar con los ser vestido de rojo que no había dejado de observarla durante todo el tiempo que estuvo sentado en aquella silla.

Ella lo sintió. Sintió aquella mirada que no dejaba de estudiarla. No sintió depravación o inquisición en aquel acto. Sintió investigación u otro acto que no la hacía estar incomoda. Sin embargo, aquella mirada, despertaba curiosidad. No estaba perturbada. Más bien se sentía atraída, seducida, y hasta podría decir, que admirada.

Por un breve momento las miradas seguían fijas entre ambos. El hombre de rojo no mostraba ningún signo de sentimientos en su rostro. La bella mujer de ojos azules solo mordía levemente el lapicero que sostenía frente a su exótica boca. Al cabo de un par de minutos la mujer asumió una postura donde dejo de morder el objeto en su boca para colocar ambas manos sobre su regazo y disponerse a iniciar la conversación.

- ¿Le parezco extraña? - pregunto aquella mujer a quien tenía al frente.

Por un breve momento el hombre de rojo quedo inerte, observando a quien lo interrogaba. Un leve suspiro creo un movimiento en su ser para luego dirigirse a aquella mujer.

- No, extraña no. Quizás muchas otras cosas pero definitivamente extraña no sería la palabra que usaría para describirla.-

Aquella mujer dibujo una leve sonrisa de picardía en su rostro. Sus ojos denotaban curiosidad. Quedo un poco fuera de sí con la respuesta de su interrogado. Reflexiono por un instante y devolvió, lo que considero, la estrategia de aquel ser.

- ¿Y cuál sería la palabra indicada que usaría para definirme? disparo la mujer.-

En el rostro del hombre se dibujó una mezcla de picardía y encogimiento. Pero sin embargo, no dejo que esos sentimientos lo inmutaran.

- Definitivamente la definiría como una mujer muy exótica o podría definirla como misteriosa. Lo cierto es que su belleza es capaz de desarmar a cualquiera. Es quizás por ello que la escogieron para que hablara conmigo en esta oportunidad. Quienes vinieron antes no pudieron lograr mucho. Imagino que eso debe estar escrito en algún papel dentro de esa carpeta. -

La interrogadora se sintió descubierta por las palabras de aquel hombre. No esperaba aquella reacción tan directa pero de manera tranquila. Aquel ser mostraba una cordura normal y relajada. Nada tenía que ver con los informes que estaban dentro de la carpeta que ella sostenía en sus manos.

La experiencia de la interrogadora no dejo que mostrara sentirse sorprendida. En el rostro de la mujer se dibujó una gran picardía. En su boca, una leve sonrisa mientras en sus ojos un brillo emergió. Inclino un poco su cuerpo hacia el interrogado dejando ver un poco su ser. Con voz suave le comento.

- La sutileza de sus expresiones no le ayudara a que salga de aquí. Debe enfrentar lo que hizo. Para ello debe reconocer que usted está aquí por sus acciones.- Su cuerpo se acercó a la mesa. Estaba sentada en la orilla de la silla. Sus codos descansaban sobre la mesa mientras su mentón se posaba sobre sus manos cerradas.

- Dígame. ¿Sabe por qué esta aquí?-

El hombre de rojo bajo su mirada quedando encorvado en silencio en aquella silla blanca. Los segundos iban muriendo mientras permanecía allí. De manera súbita se incorporó e inmediatamente golpeo con una brutal fuerza la mesa con sus dos puños mientras gritaba a toda voz.

- Porque los quiero matara a todos... -

Continuara...