De lo analógico a lo digital / La felicidad no debe depender de un celular

La tecnología se está haciendo cargo de muchas cosas. A veces me siento que soy un cavernícola, porque me tocó ser niño y adolescente cuando las computadoras no se habían adueñado del mundo como sucede en el presente. A veces extraño o, en su defecto, me río un poco de los artefactos que se utilizaban en mi juventud. Por ejemplo, a mí me tocó hacer mi tesis de grado en una máquina de escribir Underwood. Recuerdo que el tic tac tic tac del teclado sonaba duro y creo que molestaba a otras personas cuando se trataba de altas horas de la noche o de la madrugada.

En esos casos había que ser muy cuidadoso a la hora de escribir, ya que, si uno cometía algún error ortográfico o redactaba algo mal, la mejor opción era arrancar la hoja y poner una nueva. Claro, existía un artilugio para corregir: había unas cintas con una sustancia blanca que medio borraba los errores, pero eso a veces quedaba feo y era obligante sustituir la hoja.

Dichas máquinas, en consecuencia, imprimían directamente lo que escribíamos. En pocas palabras, las impresoras no existían.

Considero que cuando usábamos las máquinas para escribir forzábamos más nuestra concentración, y eso significaba un excelente ejercicio para nuestra computadora natural: el cerebro. Otra cosa es que como la web no existía, a uno le tocaba visitar las bibliotecas y revisar montones de libros y revistas tanto para estudiar como para sustentar los trabajos de investigación. ¿Qué ves hoy en las referencias de una tesis? Sencillamente casi puras referencias electrónicas.

Luego de aquellos días, los artefactos digitales han ido invadiendo nuestras vidas. Por ejemplo, hay aparatos sencillos que vienen ahora con tarjetas, como es el caso de las planchas, y asimismo ocurre con lavadoras, hornos, máquinas de coser, etc.

Pero el dispositivo que ha batido todos los récords, sustituyendo a otros aparatos, ha sido el teléfono celular, porque hace las veces de radio, cámara, TV, PC, grabadora, linterna, proyector, etc. El celular es un aparato bueno y que muchas veces nos hace felices, pero también contribuye a que uno haga menos ejercicio físico porque desde allí podemos hacer transacciones sin necesidad de caminar hasta el banco.

Todos los excesos son dañinos y queda de nuestra parte el dejarse absorber total o parcialmente por la tecnología. Lo que sí es de suma importancia es que debemos educar u orientar a las nuevas generaciones con respecto al uso racional o equilibrado de los dispositivos que se conectan a Internet.

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