Hay quienes dicen buscar la felicidad o por lo menos pretenden ser felices, y con respecto a esto existen tantas variantes como distintos rostros en el planeta.

Y yo diría que cada rostro es un ejemplo viviente de lo complejo que puede llegar a ser el tema de la felicidad

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¿Qué por qué lo digo?, fíjense bien, hay quienes buscan la felicidad en cosas externas a ellos y la consecución de esto lo llaman logros, hay quienes incluso posponen la felicidad como si para llegar a ella tuvieran que llenar ciertos requisitos: cuando me gradúe, cuando me case con alguien, cuando tenga un hogar, cuando quede embarazada, cuando cambie el apartamento por un casa, cuando pueda ver a un perro jugando en el jardín y así sigue la inagotable lista de requisitos para ser felices y lo más extraño de todo es que cuando se logra alguna de estas cosas realmente no se siente la felicidad sino como un hecho efímero que dura pocos minutos.

Y mientras más comentarios se reciban pues más durará esta efímera felicidad.

Hay quienes le ponen rostro a la felicidad y pretenden que ese rostro los nutra de momentos felices, por eso vemos casos de parejas que reclaman a otros el porque no se es más de esta forma o de aquella, como si esperaran que la otra persona brindara una felicidad que la otra persona es incapaz de sentirla de manera propia.

O por lo menos con esfuerzo mutuo.

También he escuchado de casos de personas que viven sumergidas en un mundo de victimismo colosal, se sienten desdichadas, van por el mundo esperando muestras de aceptación y de cariño y son honestamente insoportables de llevar, estas mismas personas van peleadas con la vida, están convencidas que el mundo, la vida, la familia y hasta los más lejanos le deben algo ... simplemente nada los satisface, porque viven en una inmensa desnutrición del ser y pretenden construir su vida con los que los demás le den, aunque parezca mentira son incapaces de mover un solo dedo, de dar un primer paso para buscar reconciliación, disfrute, unión para ser felices y prefieren morir con un corazón entristecidos.

Vaya acto de cobardía abrazada con engaño personal.

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También he visto que hay personas que buscan ayuda, para sentir que están haciendo algo, que leen libros, planifican su vida en función de metas a alcanzar pero jamás de los jamases se atreven a verse en el espejo del autoconocimiento propio, les da terror verse como realmente son, mucho menos sacar toda la basura al sol, y son estas personas las que miran la paja en el ojo ajeno, antes de ver la gran estaca que llevan clavados en los suyos.

De allí los falsos profetas, los falsos motivadores, los políticos y tanta otra gente que se arman un personaje feliz y por dentro están partidos y tristes, tanto como un arlequín.

En mi caso personal, y lo digo de corazón, me cuesta creer que esté viviendo un momento súper feliz, es como si quisiera retenerlo y mantenerlo intacto y es días después que dejo que la emocionalidad aflore, eso si, no dejo por fuera ningún detalle y es así como fijo en mi memoria cada trozo de detalle que arma una historia que quedará grabada por siempre.

La única desventaja es que igual pasa en los momentos malos, nunca me verás reaccionando de manera tan emocional, primero analizo lo que está pasando y el porque de ello y después viene la reacción.

Las personas que más me conocen me han sugerido que quizás esto se debe a una crianza demasiado estructurada (donde las cosas debían pasar de una manera particular), y donde el sentimiento de arraigo era la culpa, de allí que lo que se viva no se disfrute a plenitud en el momento que sucede sino en un rango de muchos días donde se puedan mirar todas las partes.

Y estoy de acuerdo con esta teoría.

Y entre caso y caso, me doy cuenta que la felicidad (aunque esté parada en frente) o se esté inmersa dentro de ella requiera de la voluntad de vivirla, no se trata sólo de encontrarla (con pocos o muchísimos pasos) sino de darse el permiso de detenerse y decir: Vamos a saborearla

Y hablando de saborear, si les puedo decir algo, la vida está conformada de pequeños instantes de felicidad y yo soy especialista en comérmelos, digamos que soy como el monstruo come galletas de felicidad inmediata, de esa que se identifica rápido y que quizás para otros es una tontería.

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Por ejemplo, tener frutas en mi casa es una felicidad y me las como con una profunda felicidad, acariciar a un animal o tenerlo dentro de mi vida es una felicidad, que mejor forma de conocer el amor de una manera tan pura como la que ofrecen los animales, dormir cuando se tiene sueño, escuchar música en bucle las veces que hagan falta hasta que entre por el último poro de mi ser, descubrir que mis hijos tienen igual sentido del humor, reírnos de nosotros mismos, descubrir que hay personas que me aprecian no por lo que tengo sino por como soy, todo eso me hace inmensamente feliz.

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Mi esposo creyó por muchos años que hacerme feliz era algo digno de una señorita de su casa, de una hija criada con valores infalibles, de una secuencia de actos impulsados por el deber ser ¿y saben que? cuando descubrió que mi felicidad es tan sencilla como las flores amarillas que nacen por doquier no lo pudo creer.

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¿ y tú? ¿Cómo eres feliz o con que?