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Sólo hazlo

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No confrontaba la realidad, su rostro era surcado por la imagen vana y ególatra que los gritos de aquellas adolescentes enardecidas le provocaban, jamás lo había visto así. En nuestros veinte años de vida, siempre él estuvo allí para abrazarme cuando más lo necesité, sin importar que tuviese asuntos más importantes antes que consolar a su hermano por un problema minúsculo.

Los tiempos habían cambiado, ya no podía confiar en su persona, los flashes procedentes de las millones de sesiones fotográficas lo habían cegado a su pasado. No solía recordar nuestras raíces, ignoraba nuestra descendencia pueblerina y comenzaba a regodearse de su procedencia alemana, fuerte por naturaleza. Por más que hubiese intentado comprenderlo, no entendía cómo había cambiado tan radicalmente.

En las entrevistas, no se escuchaba más que sus frases huecas y sus risas hipócritas, el resto de nosotros sabíamos que apenas acabara, encontraría todos los defectos que un detallista jamás hubiese podido advertir de. Nuestra madre se avergonzaría de haberlo visto de tal forma, ella no nos había educado así, yo era el claro reflejo de ello, pero el estúpido de mi hermano estaba embriagado en el mundo de las celebridades y de la fama.

Era un hecho que había cambiado, sus actitudes no eran las mismas desde hacía tiempo, no obstante, nada justificaba sus acciones. Nunca hubiese pensado que él sería capaz de semejantes atrocidades, era ilógico recurrir a tales acusaciones infundadas, pero en ese momento yo estaba ciego por su desprecio hacia mí, me transformó en el humanoide más despreciable que hubiese podido imaginar.

Sin embargo, aún recordaba cómo la historia había transcurrido, tal como una grabación fija delante de mis ojos. Todavía era capaz de sentir cómo el horror se escurría por mi garganta y cómo la piel dilatábase por sus golpes, sus fríos y descorazonados golpes.

» Asistió a nuestro hogar luego de una cita improductiva, se notaba que la muchacha de aquél día se había negado a concurrir a un hotel con él, por momentos no lograba atenuar dicha actitud y se demostraba cruelmente en su rostro. No obstante, yo aún no jugaba un rol importante en la historia, de hecho, nunca lo había hecho.

» Lo vi arrastrar sus pies por el largo y sinuoso pasillo que separaba el recibidor con la sala de estar, su chaqueta acompañaba los pasos moribundos que sus pies daban. Me levanté de mi cama para recibirlo, sabía que cuando su humor no era exactamente bueno, mi saludo lograba empeñarlo un poco en intentar dejar de lado el sentimiento de destrucción que lo afloraba en tales situaciones. Pero fui ingenuo, al extremo de olvidar que la persona que yo pensaba conocer había mutado en la sombra de la maldad.

» Tiró su abrigo sobre el sofá, se recostó con hastío y cierto cansancio, cerró los ojos aún siendo consciente que me encontraba a pasos de su actual paradero. No me dirigía la palabra, su respiración era más que ruidosa, estaba claramente exaltado por algo. Sin dudarlo un instante más, lo interrogué sobre su malhumor, a lo cual la respuesta no fue la que esperaba.

» Se reincorporó en pocos segundos y fijó su mirada en mí de modo intenso, podía sentir cómo la ira se apropiaba de sus reacciones, jamás fue lo suficientemente fuerte para sobrepasar sus verdaderos sentimientos sobre sus diferentes estados de angustia. Acercose con pasos fortuitos, la sala había formado parte del pasado, al igual que el personal que integraba nuestra servidumbre, ignoró las cuestiones que se presentaban como posibles “testigos” de lo que acontecería.

» Me dirigió unas palabras soberbias, me explicó que no debía interrogar sobre lo que no trataba de asuntos de mi propia incumbencia, pero lo que él realmente desconocía era que yo aún lo seguía considerando mi hermano. Sin más, dio unos pocos pasos en dirección a mí y, tras reivindicar su teoría, incrustó su puño en mi estómago, dejándome sin respiración por algunos momentos.

» Caí sobre mis propias rodillas ante el acto reflejo de protegerme, pero nada fue lo suficientemente exacto como para que la bestia descorazonada de mi pariente notara cuánto dolor eso me había producido. Me jaló del cabello, haciendo que mi mirada se encontrara con la suya nuevamente y, ante tal atisbo de crueldad, me derribó, causando que mi cráneo se golpease de forma brutal ante el piso macizo.

» Mi ritmo cardíaco aún denotaba ciertos jadeos, su sonrisa era más pronunciada que antes, le gustaba verme caer. Las lágrimas caían por mi rostro y apenas divisé la vieja navaja que nuestro padre biológico le había obsequiado en sus manos, no pude evitar recurrir a las palabras que jamás creí que pronunciaría.

— No, por favor, no lo hagas— Sabía que la piedad no se figuraba en lo absoluto con su nombre— Te lo ruego, recuerda los buenos momentos, no, no, no. No me hagas esto, yo soy tu hermano gemelo, no lo hagas, Bill…

Desempolvando mi viejo blog, encuentro escritos como este... Tiene casi tantos años como la injusticia jajaja
De mis epocas de ser una fanatica enloquecida por Tokio Hotel y los gemelos Kaulitz. Pero, como consecuencia, escritos raros como estos.

Algun dia prometo escribir y traerles algo un poco mas normal 🤪🤪🤪