Desafío de participación de Steemit | T14W3 | Comportamiento estricto de los padres y salud mental de los niños

Una de las tareas más difíciles para los padres es lograr ese equilibrio entre un comportamiento estricto con los hijos y la amorosa confianza que también debe reinar entre ellos...

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¿Cuáles son las ventajas y desventajas de un comportamiento estricto de los padres?

Los padres que se consideran estrictos son aquellos que cumplen a cabalidad con las normas sociales y los parámetros éticos que deben existir en el hogar para la conformación de una familia adaptada a los principios que regulan la convivencia. Esto quiere decir, en lo que respecta a los hijos, que solo les aceptan conductas que se encuentren en consonancia con esos lineamientos considerados esenciales para desarrollarse como personas ejemplares dentro del entorno en que se desenvuelven.

Esa rigurosidad por parte de los padres les permite, por supuesto, sobre todo en estos tiempos, alejar a los hijos del sinnúmero de actividades inapropiadas que los asedia, tanto en la vida real como en el mundo virtual, además de arraigarles en su comportamiento las más apreciadas virtudes, tales como responsabilidad, respeto, compromiso y perseverancia.

Esa conducta estricta de los padres, por otra parte, si no se complementa con las debidas manifestaciones de amor, de comprensión ante los posibles fracasos de los hijos, de atenciones ante cualquier eventualidad y de todo lo que implique un fortalecimiento de los vínculos afectivos puede generar manifestaciones negativas.

En efecto, si los pequeños perciben a sus representantes como individuos que solo les exigen que cumplan férreamente con sus obligaciones, no existiría la necesaria cercanía, la divertida familiaridad entre ellos. Los padres serían entonces lejanas figuras de ejemplarizante proceder a las que no se les puede confiar esas pequeñas o significativas cosas que matizan la existencia.

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¿Qué sentirías si estuvieras en el lugar de niños así, que tienen que afrontar el rigor de sus padres?

Durante mi niñez tuve unos padres sumamente estrictos. Había ciertas libertades que a otros pequeños les eran permitidas que, sin embargo, para mí estaban terminantemente prohibidas. Ningún mal comportamiento era tolerado y las obligaciones que me correspondían debía cumplirlas sin objeciones. Y si me atrevía a desobedecer los dictámenes establecidos, corría el riesgo de ser castigado. De vez en cuando, me sentía frustrado, consideraba desde mi infantil perspectiva que mis padres eran injustos, que no tenían ningún derecho a prohibirme esas actividades que me llamaban la atención solo porque los demás las hacían y comentaban que eran estupendas.

No obstante, a la par de esa rigurosidad, mis progenitores también se desvivían por proporcionarme, en la medida de sus posibilidades, las cosas materiales que necesitaba y me prodigaban su amor y su comprensión en todo momento. Me daban confianza para contarles mis problemas, pero también los cuentos que mi desaforada imaginación creaba y para ambas situaciones siempre tenía una amable respuesta… De no haber sido así, quizás, me hubiese desarrollado como un niño retraído, con temor de expresar sus opiniones, ya que solo esperaría de mis padres sus órdenes y sus implacables exigencias.

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De niño, ¿qué esperas de tus padres respecto a su comportamiento?

Debo admitir que cuando era un niño siempre quería tener ese lado amoroso de mis padres, los momentos en que me halagaban porque había realizado algo de provecho o que simplemente me complacían prodigándome su infinita ternura porque les nacía hacerlo cuando los embargaba la emotividad. Pretendía que fuesen constantes esas muestras de cariño que me hacían sentir amado y protegido en un ambiente en que las carencias económicas no dejaban lugar para muchos sentimentalismos.

Las normas y las obligaciones eran también parte ineludible de ese mundo, pero ellos con sus explicaciones y sus consejos me hacían comprender que eran necesarias. Por esas razones intenté cumplirlas siempre, aunque no me gustaran para nada.

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¿Cuáles son los efectos negativos del chantaje emocional?

Manipular psicológicamente a una persona con el propósito de encauzar su comportamiento hacia los propios intereses puede generarle graves problemas de conducta, sobre todo si el sujeto chantajeado es un niño. Apelar al castigo, a la culpabilidad, a la inocencia o a la victimización para conseguir lo que se quiere, genera constantes sentimientos de culpa, inseguridades, estados de depresión y otras manifestaciones que, si no son tratadas a tiempo, pueden convertirse en malestares crónicos.

El chantaje emocional representa entonces una forma distorsionada y peligrosa de controlar a una persona que depende de la autoridad de otra o que ambas comparten vínculos emocionales que generan algún tipo de interés.

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