Amigo mío, has tocado un tema interesante: el de la independencia en la vejez. La verdad es que en esta etapa de nuestras vidas, la culebra se muerde la cola y requerimos de los mismos cuidados de cuando éramos niños. Volvemos a los pasos lentos, inseguros y tambaleantes, y a la mirada vigilante de otros, quienes de algún modo se convierten en nuestros sentidos. Lo peor del caso es que, a diferencia de la niñez, uno se siente "molestando"a los demás; y eso a veces pesa muchísimo anímicamente.

Gracias por acompañarnos en esta iniciativa. Un abrazo