Ella temblaba, pero no era tanto por el frío, sino de saber lo que había hecho, no podía creer que retara a su padre y aceptando que Ángel, el muchacho del cual se sentía enamorada también lo desafiara.

—¡Que he hecho, señor!
—No tienes que preocuparte, conmigo estarás a salvó, formaremos una familia y podemos ser felices.
—¡Es que no te das cuenta de lo que hice! Mi padre ha sido muy bueno, le he traicionado.

Ángel se asomó para ver el cielo, la tormenta amenazaba con seguir toda la noche. No entendía la actitud de Ofelia, tantos días de verse a escondidas, ir entregando su amor por gotas y jurar a la luz de la luna que superarían cualquier barrera que saliera en su camino. No olvidaba la amenaza que su padre le había lanzado:
—“Si vuelvo a verte por aquí te echaré los perros para que te destrocen, luego iré al río para alimentar a los peces y sino le diré a mis dos hijos que te den una paliza y no te dejen un hueso bueno, ya lo sabes...” Por eso los encuentros se hicieron más difíciles y tuvo que ir preparando el terreno de lucha por el amor de Ofelia.

—No puedo hacer esto, le debo obediencia a mi padre.
—Dijiste que me amabas tanto, como yo a ti, debemos tomar una decisión ahora.
—¿Crees que no lo deseo?

Los días pasaban y Ofelia se negaba a verme, me enviaba notas con una vecina para decirme que tuviera paciencia, hasta que mirando el cielo vislumbre la presencia de una tormenta, le escribí una carta con la vecina explicándole lo que teníamos que hacer, necesitaba su respuesta con rapidez y así lo hizo.

Cuando el viento comenzó a silbar y las nubes fueron cubriendo los cielos, yo estaba esperándola tras unos árboles que amenazaban con caerse por la fuerza del viento, vi cuando ella, mi amada Ofelia saltaba por la ventana y corría a mi encuentro, la tomé por la cintura y corrimos, a lo lejos pudimos oír una voz quebrada por el dolor llamando a Ofelia, ella volteó, pero la lluvia y el viento eran tan intensos, que nos obligó a seguir.

—¡Ángel, esto es una locura! Tengo que regresar.
—¡No puedes dejarme! ¡Yo te amo Ofelia!

Ofelia se encontró entre dos verdades, el amor por Ángel y el amor por su familia, tomó la mano de Ángel, le dio un beso y salió abrazando la tormenta. Ángel no pudo comprender aquella actitud, salió corriendo para seguirla, pero la tempestad era un obstáculo insalvable, su grito llamando a Ofelia se perdió entre la brisa y los truenos.