El que no la conocía, por lo menos había escuchado hablar de ella: Conchita de la Cabeza Raider y Fuente. De modales muy finos y de nariz respingada, que veía, de manera displicente, por encima del hombro y no reparaba en rechazar a la gente. Recibía invitaciones de familias adineradas, que veían en ella la forma de publicitar sus negocios y sus apellidos: # _Para la fiesta va Conchita -comentaban y ya todos querían estar en el evento.

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Aunque la familia de Conchita se había venido a menos y los negocios de la familia no funcionaban, Conchita se las arreglaba para estar en los mejores eventos y ser parte de los invitados de primera línea:

_Esa mujer es toda elegancia y éxito. Sin la menor duda: esa mujer huele a dinero -decían los periódicos y las revistas, que hacían reportajes exclusivos y comentaban los eventos sociales.

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Pero lo que nadie sabía, solo Dolores, su niñera de toda la vida y que estaba con ella no por que le pagara un sueldo sino porque la quería como una hija, era que en casa de Conchita la nevera permanecía vacía y que solo comían cuando asistían a estos eventos. También, que la ropa de Conchita se la prestaban los diseñadores, porque era la forma de publicitar las marcas y muy especialmente, que Conchita, a veces en la soledad de su habitación lloraba porque no tenía amigas, solo personas que querían estar con ella porque supuestamente tenía dinero.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS