Se habían conocido en una discoteca: él era el alma del lugar y ella estaba encantada con su personalidad, igual que todas las mujeres presentes. El que fuera divertido y coqueto hizo que ella se enamorara más de él: nunca había conocido un hombre tan extrovertido y encantador. Todos sus antiguos amores, que habían sido pocos, eran simples y amargados.

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Ella fue feliz cuando él le pidió para tener una relación. "El único problema es que soy tan encantador que pocas mujeres soportan eso y he tenido fama de ser un coqueto siempre", dijo él como una advertencia o una disculpa.

_¡Yo no tengo problemas con eso! Por el contrario: es lo que más me ha gustado de ti, confesó ella muy enamorada.

Entonces los dos comenzaron la relación sintiendo que entre los dos había una transpariencia inimaginable.

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Pero las cosas no salieron como ella pensaba. Lo que antes le producía gracia y admiración, ahora le producía rabia y celos:

_¿Por qué tienes que saludar con un beso, por qué te reíste con ella, por qué te llaman a esta hora de la oficina, por qué tienes que ser el alma de la fiesta? -la mujer criticaba la personalidad chispeante del hombre.

La garganta que ayer dejaba salir cantos de emoción ante el hombre divertido, ahora era un nido donde se guardaban palabras hirientes y tristes, que mostraban inconformidad con el presente.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS