Desde muy chico, Andrés supo que no debía ni abrir ni cruzar esa puerta. Sus padres, con voz autoritaria, se lo impedían cada vez que intentaba hacerlo:

_¡Quítate de allí. No abras! -le ordenaban, pero jamás le dijeron porqué aunque él muchas veces preguntó:
_¿Y por qué no puedo entrar? ¿Qué hay adentro de la habitación? , interrogaba con curiosidad el pequeño Andrés.

o0o
A medida que fue creciendo, Andrés se convirtió en un adolescente que hacía cosas que no estaban bien. Debido a esto, los padres se vieron en la necesidad de cambiar la cerradura de la puerta y ponerla más segura. De esta manera evitaban que Andrés, joven al fin, desobedeciera a sus padres y rompiera la puerta. Y aunque Andrés lo intentó muchas veces, jamás pudo abrirla. Estaba blindada con muchas llaves.

o0o
Y Andrés se hizo un adulto y sus padres murieron. Cuando regresó a la casa familiar y miró aquella puerta cerrada, volvió a revivir su curiosidad infantil. ¿Qué habrá detrás de aquella puerta? Entonces, buscó una mandarria y comenzó a romper la cerradura. En su mente existía un solo pensamiento: "Ahora sí sabré cuál es el secreto". Con ese pensamiento, daba y daba golpes. Pero mientras más golpes daba, más cerrada estaba la puerta. Intentó por todos los medios abrirla, pero fue imposible. Entonces, cuando se hizo de noche y ya cansado de tanto golpe, Andrés se detuvo y en ese instante, lentamente, la puerta se abrió. Los ojos de Andrés se abrieron sorprendidos. Quiso decir una palabra, pero era tarde. La puerta abierta lo atraía y cuando Andrés estuvo adentro, la puerta volvió a cerrarse.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS