Venezuela Concurso: "La carta de Ruperto" [Semana 19]

Hace mucho tiempo, un hombre llamado Ruperto se fue a vivir a un lugar apartado de la sociedad para escuchar el silencio. Con el discurrir de los años, Ruperto se fue adaptando al ambiente que le rodeaba hasta que era indistinguible de la mismísima naturaleza. Ya no era un individuo sino un verso más que junto a otros componían el todo de la aparentemente ilegible Gaia. Ese hombre, que lleva en su nombre “ru” de rustico y “perto” de puerta, era conocido por ser: “el rustico que abre puertas”.

Y como se escucha el silencio en las reyertas, una noche, palpando los tenues vagidos de una estrella que parecía querer volar cuando primero debe gatear, comenzó a escribir en la fría tierra con las yemas de sus dedos.

Hermano de las risas y los llantos, esta noche me encuentro a los pies de un árbol sin raíces, pensando cual será mi próximo movimiento para germinar una semilla sembrada en tierras yermadas. Ahora que mis pasatiempos han mutado en algo irreconocible para mi viejo yo, he cambiado tanto que el llanto puede colmarme de inspiración y las locuras más ilógicas se han convertido en la montaña que ahora estoy intentando escalar.

Mientras discurren mis frágiles segundos, en pensares saturados de un deseo irracional, por plantar un árbol cuyos frutos sean panes dulces. Te escribo a ti, pensando en los vientos que abrazaban aquellas horas sin tiempo, donde solo existía el ahora en un ciclo que parecía no tener fin. Aunque mis palabras puedan parecer extrañas, tu viejo yo sabe de qué estoy hablando, pero los momentos han cambiado, ni para mal ni para bien, simplemente han cambiado y así es como debe ser.

A pesar de la inalterable esencia que nos mantiene de pie, el color de lo que se ve y lo que se siente cambia y nosotros no somos la excepción. En estas cortas noches, sabía que tu batalla siempre celebrada se acercaba, pero no pude llamarte, solo pude llorar, y ahora que todo ha cambiado preferí escribir en vez de hablar, así tengo el debido tiempo de contarte que puedo ver cosas distintas y también, mi querer por anhelos que alcanzaré.

Aunque yo ya no hable y me quede callado, quiero que sepas una cosa, mi silencio ha cambiado, es uno muy diferente a la anterior quietud que se alejaba totalmente de la realidad. Ahora puedo sumergir un poco mis pies en un rio y saber que debo aprender a nadar por cuenta propia. Tú ya lo haces, y lo veo, y sigo pensando lo mismo ¿Cómo es que puede ser tan rápido? Yo soy lento por naturaleza, casi pereza con certeza unida a una distante transparencia de quien no sabe cómo hablarle a los demás.

Mientras veo como un oso polar camina sobre el techo de mi humilde morada y salta ruidosamente para atrapar sardinas voladoras, empiezo a caminar en círculos y golpear con un martillo el cubo de semillas que hay en mi cabeza y digo ¡Volad, cual canto de alondra! Solo para recibir como respuesta de mi gemelo malvado: ¡Por todos los fororos, apagad esa alarma!, es una rutina que se repite a diario, pero se está quebrando por que ha de quebrarse lo que debe superarse.

Cuídate mucho y recuerda:

“Si es denso el banco de niebla, el fulgor de la luz le doblara en fuerza.”