Juan desde niño le gustaba visitar a su abuelo, porque él le enseñaba el oficio de plomería, y cuando terminaban cada jornada se sentaban el la terraza, y mientras descansaban su abuelo le contaba grandes historias.

El niño no podia esperar el momento para ir a visitarlo. Así pasaron unos años pero su abuelita murió y el abuelo se había convertido en una persona triste y callado.

Juan llegaba entusiasmado y le pedía que le contara las emocionantes aventuras pero el abuelo solo lo miraba con tristeza y se sentaba en la terraza pero callado y con la mirada perdida.

Juan le preguntaba a sus padres que le pasaba al abuelo y ellos decían que habían llamado a un especialista a ver qué diagnóstico daba. Todos creían que padecía de demencia senil una enfermedad terrible que a los ancianos afectaba.

Al llegar ro médico, reviso al abuelo pero encontró que sus reflejos estaban bien y que su abuelo solo se había desconectado del mundo porque había perdido las ganas de vivir.

El joven al llegar a su casa saco un cuaderno debajo de su cama y lo dejo listo para la nueva visita, resulta que en ese cuaderno tenía registrado las historias narradas por su abuelo.

Aprovecho que estaba tranquilo y comenzó a leer su cuaderno, el joven se lleno de alegría porque hacía mucho tiempo que su abuelo no lo miraba y al escucharlo su abuelo había volteado a verlo.

Así ese cuaderno se convirtió en su gran aliado y poco a poco las historias conectaron a Juan y su abuelo, quien nuevamente comenzó hablar y esta vez el también le contaba nuevas historias.

Nuevamente llegó el médico hacer la revisión de rutina y al ver tanta mejoría sólo quedo decirles.

La lectura es la mejor conexión y el amor la mejor medicina.