Mi amigo el árbol / Al mango debemos solícito amor

Saludos cordiales a todos los amantes de la madre naturaleza y de las plantas. Esperando que se encuentren muy bien de salud física y espiritual.

Ante el llamado de nuestra querida comunidad para que escribamos algo acerca de los árboles, en el día de hoy viernes 31 de mayo de 2024, agarré mi móvil y me fui hacia las adyacencias de mi barrio a tomar fotos de algunos especímenes comunes o emblemáticos de la zona.

Mi casa se ubica justo sobre un pequeño valle por donde circula un río que desemboca en el Orinoco. En consecuencia, la influencia del agua subterránea favorece el desarrollo de plantas de gran envergadura como las que les estoy mostrando en las fotografías. Por ejemplo, hay unos árboles de aspecto masivo a los que aquí llaman “aceites”. Por cierto que uno de ellos, afortunadamente, ha sobrevivido a lo largo de varias décadas al lado de la calle. Este barrio comenzó a consolidarse hace unos 70 años y yo estimo que ese árbol para entonces ya estaba allí; es un individuo que creció torcido y eso me hace recordar un refrán de mi abuela: “Árbol que no endereza tierno, viejo ya no hay esperanza”.

Por otra parte, en esta localidad abundan los árboles de mango. En estos días ya se están llenando de frutos debido a que las lluvias han comenzado a sentirse con más intensidad. En efecto, los mangos les resuelven el hambre a muchas personas; no solo a los pájaros y a otros animales salvajes que también se alimentan de ellos. Por cierto que los que también consumen mangos como si fueran bistecs, son los perros, y eso es una señal de que dichas frutas poseen propiedades altamente benéficas para el organismo.

En fin, creo que somos hijos de los árboles, porque ellos nos dan alimento, agua, oxígeno, sombra y la felicidad de escuchar el canto de los pájaros.

_{Fotos tomadas con un celular Infinix Hot 11
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