Arte y escritura: "No puedo hacer eso"

_{Imagen diseñada en PowerPoint/ F/ F}

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El niño ya había muerto. Doña Josefa, la comadrona, lo extrajo de su vientre sin problemas y en seguida el llanto irrumpió con fuerza por toda la habitación, como proclamando que había llegado a este mundo, sin embargo, apenas unos minutos después hizo silencio y así se quedó para siempre. La partera nos lo mostró con toda la piel amoratada y la barriguita hinchada por el esfuerzo que debió hacer para emitir ese pregón de vida que solo duró un breve tiempo. Yo mismo lo enterré hace dos días en el patio; allí está, descansando con su cruz de tablitas encima.

Y desde ese instante a Emiliana no se le ha bajado la fiebre. El dolor por la pérdida de nuestro hijo no la ha dejado en paz. Lo poco que consigo de comer por ahí, se lo pongo en la boca, pero casi no puede masticar ni tragar y con el susurro de voz que apenas logro escucharle, me dice que coma yo, porque ya ella no tiene voluntad para estar viva. No me puedes dejar solo, le respondo, quiero que estés aquí conmigo para comenzar de nuevo a criar unas gallinas que esta vez no se van a morir y para sembrar todo ese cerro de maíz y de verduras que nos alcanzarán hasta para vender.

Emiliana sonríe con resignación y pasea su lánguida mirada por el cuarto, como señalándome toda la pobreza que nos rodea. Ella está consciente de que ese hijo que, acabando de nacer, falleció hace cuatro días no pudo sobrevivir porque le faltó, sobre todo durante los últimos tres meses, la alimentación que requería para continuar con nosotros. Una serie de nefastos acontecimientos nos dejó a la deriva, nos arrinconó en la miseria y el hambre terrible, solo el hambre afiló sus garras y se instaló en el rancho para dejarnos abatidos.

Ella sabe que durante estos cuatro días que he pasado a su lado intentando que se recupere yo tampoco he comido nada. Por eso se me queda mirando con ojos suplicantes y me pide con el inaudible soplo de su voz que me decida, que no me deje morir yo también. Hazlo de una vez, me dice con un esfuerzo sobre humano, si repones tus energías podrás marcharte luego de este sitio infernal y buscar un mejor lugar para vivir… Cuando voy a pedirle que se calle porque pareciera que la vida se le está escapando por esos hilillos de voz que provienen de su boca, dobla la cabeza hacia un lado y queda sin vida sobre la cama.

Lo primero que hago es cubrirle el seno que me ofrecía para que saciara el hambre que me carcome las entrañas. Pero yo no podía tomar una leche que estaba destinada para un hijo que ya no se encontraba en este mundo y proveniente, además, de mi querida esposa al borde de la muerte.

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Invito a la amiga @sabrip para que se sume a esta edición de Arte y Escritura.