Cuántos no deben su apodo a algo que dijeron en un memorable momento.

En el pasado los docentes debíamos pasar las calificaciones manuscritas con bolígrafo azul y rojo, más de uno se equivocaba y debía mandar a hacer las planillas completas, y pagar por ello; estas venían intachables con el mecanografiado que hacían las secretarias, que se ganaban sus churupitos repitiendo el trabajo a causa de la equivocación del profesor.
Una vez llegó una secretaria un poco mayor y que se equivocaba mucho, cuando el jefe de seccional le llamó la atención por el error, ella dijo despreocupada: «no importa a eso se le echa lechita», para referirse al líquido corrector de color blanco. Desde allí quedó bautizada como «María Lechita» y así se quedó.

Gracias por tu participación, que me hizo recordar este incidente.

Saludos cordiales.