Me he reído mucho con tu post, gracias por recrearlo porque una cosa es contarlo pero otra es verlo e imaginarlo en el momento y sobre todo porque también de este tipo de confusión tengo mis recuerdos. Lo gracioso de esto es que mientras uno no se ha dado cuenta anda de lo más relajado y feliz, pero cuando nota que carga la camisa al revés, o mal abotonada o los zapatos cambiados comienza el sufrimiento, uno cree que todo el mundo lo está viendo.
Yo me puse una sandalia de una y otra de otra, y anduve por muchos sitios hasta que entré a tomarme mi cafecito de la tarde en una tiendita de nescafé de esas que hay en algunas estaciones de servicio.

Me senté a esperar mi café y crucé las piernas, fue ahí cuando me vi los pies y tenía una sandalia negra y una beige, las había comprado del mismo modelo por lo cómoda que eran y recuerdo que para no despertar a mi hijo, metí los pies en el calzado sin encender la luz para no despertarlo.
Estas cosas pasan y con frecuencia menos mal tenemos la risa para esos momentos.
Muchas gracias por tu participación en La Confusión.