UN NUEVO RETO: DIARIO DE EMOCIONES | Nostalgia

Últimamente he estado muy desconectada de la plataforma, primero por muchas ocupaciones y luego por algunos malestares de salud. El asunto es que ya me he hecho una buena cura de sueño y no hay mejor manera de retomar el ritmo y superar la nostalgia por la ausencia en la plataforma que escribiendo.

He leído varias participaciones de los compañeros y comparto en gran medida su nostalgia por aquellos tiempos en que la familia estaba más unida.

En el caso de la mía, los que permanecemos en este plano por voluntad de nuestro Padre Celestial y seguimos en este territorio bendito de Venezuela, siempre inventamos alguna buena razón para vernos y compartir, al menos los que estamos aquí en Caracas, cerquita.

Yo atesoro aquellos tiempos pasados con la satisfacción y el agradecimiento de haberlos disfrutado, pero siento que por mucho que queramos, nunca volverán a ser igual.

Dudaba escribir mi diario porque en este momento mi nostalgia va hacia algo más básico aún que el asunto relacional. Para mí es muy penoso y lamentable decir esto pero extraño cuando tenía holgura económica, cuando no estaba buscando una locha para completar un real, como diríamos en criollo. Va más allá de la simple satisfacción material. Es nostalgia por la sensación de bienestar y de seguridad para proveer lo que se necesita y un poco más.

No tengo grandes posesiones y nunca aspiré a grandes lujos, pero parece mentira que hacer un mercado completo, ir a una revisión médica de rutina, ir al cine o planificar nuestro tradicional viaje de vacaciones desde hace años vaya de difícil a cuestarriba o imposible.

Añoro cuando iba al supermercado y escogía el arroz o la harina que quería comprar, usualmente eran los integrales. Y así con los víveres básicos y algunos placeres como cereales, gelatina o chucherías eventuales. En cuanto a vegetales, tomaba los que me provocasen, alfalfa por ejemplo, hoy por lo general los que estén a mejor precio o sean más rendidores.

Extraño aquella libertad y capacidad, y aún así hoy en día doy gracias por cada producto que entra a mi hogar, aunque no lo haya escogido yo o no sea el que más necesite en este momento.

Por cada esfuerzo que se hace para obtener algún ingreso extra, surge una inversión más por hacer, y damos gracias a Dios por poder resolver las de mayor inmediatez.

Mi satisfacción es que hacemos todo lo posible por proveer de una educación aceptable y formación deportiva a nuestra hija, aunque nos quedemos cortos para otras distracciones.

Ciertamente, no hay mayor valor que la familia y la compañía de tus seres queridos, por eso doy gracias a Dios por tenerlos, aunque algunos estén lejos, pero tenía que desahogar esta añoranza que sé aqueja a muchos, en mayor o menor medida.

Asumo que no es bueno ni malo sentir esto, simplemente es humano y natural. Además no es permanente, porque confío en Dios en que vendrán tiempos mejores.