Venezuela Concurso | Semana 1 | El café | Café en mis recuerdos

Hoy me reincorporo a esta plataforma con mi participación en el simpático Venezuela Concurso | Semana 1 | El café, organizado por la comunidad Venezolanos Steem, conducida por nuestras consecuentes amigas @marcybetancourt y @solperez.
Espero sea de su agrado. Suerte para todos los participantes.

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Café en mis recuerdos

Debo comenzar mi texto confesando que en el año pasado fueron muy pocas las veces que en casa compramos café porque, a causa del magnífico sortilegio del universo venezolano, en los momentos más inesperados, aparecía alguna mano mágica con un paquete de café con el que nos regocijaba no solo el paladar sino también el alma.

De las muchas veces que nos lo obsequiaron, recuerdo una significativa anécdota de principios de diciembre: en un grupo de amigas y vecinas de whatsapp, una de las participantes preguntó si ya todas habíamos bebido el café mañanero, respondí que no porque desde hacía algunas semanas se nos había acabado. Pasaron 10 minutos y sonó el timbre de mi puerta. Allí estaba mi hermosa vecina quien que puso en mis manos un envase, acompañando su generoso acto con estas palabras: Toma. Porque en ningún hogar debe faltar fe ni café. Fue una muy grata sorpresa y después de agradecerle por supuesto que fui directo a montar la cafetera.

El último obsequio del año nos lo llevó la más flaca de todas mis amigas, la mujer hormiga, la que no para nunca, la que va a leer este texto sonrojada y sonreída. Pensó en que sería el mejor regalo para Oswaldo y para mí. Y acertó, otro detalle suyo que agradecerle infinitamente. Con cada taza saboreamos su presencia en nuestras vidas, recordamos tantas veces que nos encontramos con ella en el trabajo, en el cineclub, en conferencias, en manifestaciones de calle o en nuestro patio, porque siempre ha sido un placer conversar y al mismo tiempo disfrutar una taza de café con ella.

Como a casi todos los venezolanos, el aroma del café recién colado en la mañana me ha acompañado desde mi infancia, esa fragancia deliciosa que al alba se pasea desde el fogón hasta la almohada, para indicarnos que empieza el día. Mi infancia y mi adolescencia tienen sabor al café con leche que tomábamos antes de ir a la escuela primaria y a la secundaria.

El café saboreado en los años universitarios son parte de esos recuerdos que no quisiera se borraran nunca. Con un café de por medio hice amistad con mis mejores amigos, de hecho, los más divinos fueron los compartidos en la plaza donde nos reuníamos a disfrutar de las delicias que nos ofrecía la máquina del cyber del Instituto Oceanográfico, donde saboreábamos moccachinos o vainilla-lates. Bajar desde nuestras oficinas hasta el cyber era una fiesta en la que se iban sumando las necesidades individuales. ¿Cuántas risas, éxitos, confesiones, llantos, en todo el mundo, no han tenido una taza o un vaso de café en el escenario?

El café me gusta siempre bien caliente, a cualquier hora menos en la noche (tengo la creencia de que no me deja dormir si lo tomo después de las 7 pm). Es lo primero que hago cuando comienzo a preparar el desayuno. Tomo un buen sorbo sin azúcar para aromatizar mi paladar, luego le pongo azúcar o papelón cuando ya empiezo a comer. Generalmente, suelo prepararlo en la cafetera o greca, pero en esta última semana lo he colado, ya que un buen día hubo una pequeña reunión en casa y la cantidad que proporciona mi greca era muy poca para lo que toman mis amigos, todos consumados y reconocidos viciosos tomadores de café, por lo que una amiga trajo de su casa un colador grande, echó el café en el agua, dejó que hirviera y luego lo coló. Esa forma de prepararlo me recordó tanto a mi hogar margariteño que desde ese día me mato la nostalgia familiar con café colado, en coladores que yo misma me he hecho.

Un café venezolano tiene variados nombres que dependen de cómo se prepara. El Negro o corto, el más común de todos. La palabra Guarapo me remite al aromático sabor del café del campo, endulzado con papelón. El que conocemos como Cerrero es el negro muy negro, amargo, preferiblemente sin azúcar, que te despierta porque sí. Un Café con leche por supuesto es al que se le combina con leche; cuando pienso en él, en mi imaginación siempre veré un tazón casi lleno más de leche que de café negro. Por Marrón conocemos el que se prepara mitad leche, mitad café negro, que a mí me gusta mucho sin azúcar, y tiene variantes: marrón claro y marrón oscuro, según la proporción de leche que se le agregue. Un guayoyo es el que preparamos menos fuerte que uno ‘negro’, a veces reusando la “borra” con la que ya habíamos hecho otros cafés, es el preferido de muchos para tomar por las tardes. Y cuando estamos muy alegres y deseamos variar un poco el sabor le echamos algo de licor a nuestra taza o vaso, así nos estaremos tomando un envenenao, también conocido como carajillo.

Comparto con ustedes, amigos lectores, este, mi primer café del día en casa de mi vecina, con el que brindo y pido al universo que toda nuestra vida, nuestras calles, nuestros pueblos sigan oliendo a café recién hecho o recién colao.

Gracias por visitarme. Agradezco mucho sus comentarios.

¡Agradecida por su lectura, espero haber cumplido con la tarea!

Todas las fotografías son de mi propiedad,
tomadas con mi teléfono móvil