Venezuela Concurso - Semana 10 – Mi tesoro más valioso.


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Dibujo propio. Lápices de color sobre papel de acuarela
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El señor Regino era el dueño de la bodeguita del barrio donde vivía mi abuela. Tenía una pierna artificial sobre la cual los niños tejíamos historias macabras.
Pata de palo lo llamaba mi abuelo, aunque su pierna no era de madera, sino de otro material que imitaba el color y la textura de una pierna real. Algunas veces, cuando había niños cerca, el señor Regino se subía la bota del pantalón de su pierna artificial y se abanicaba la prótesis. "¡Qué calor!", suspiraba. Casi todos huíamos despavoridos.
El señor Regino tenía un negocio grande con vitrinas repletas de tesoros. Una en particular era objeto de la codicia de los niños: un aparador largo y achaparrado, ubicado lo suficientemente cerca del mostrador como para que todas sus delicias fueran contempladas, pero lo suficientemente lejos como para que ninguna quedara al alcance de la mano de aquellos en los cuales la tentación podría hacer irresistible mella. Recuerdo los brillantes paquetes de pepitos, las ristras de bolibomba, y, casi como una dolorosa visión, colocada en una de las repisas, al lado de la bandeja de polvorosas y besitos de coco, la caja de brillantes, rutilantes y grasosas monedas de chocolate.
La horda de niños que salíamos de la escuela en las tardes vivíamos cada día la tortura de Tántalo mientras contábamos las moneditas que nos daban para la merienda: una frapé costaba un medio, un medio eran cinco centavos, que eran 0.25 céntimos o dos lochas, que valían 12.5 céntimos… Lo recuerdo. Recuerdo la agitación. Recuerdo el triunfo del azúcar que nos sacábamos del cuerpo jugando Salta a la Mula y trepando las matas de los patios.
En la bodeguita del señor Regino descubrí mi tesoro más preciado.


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Compré una caja. Luego otra. Eran cajitas de seis colores: amarillo, azul y rojo, la bandera de los piojos, verde, negro y marrón.
Desde entonces, los mediecitos de la merienda de la tarde rara vez trajeron monedas de chocolate, pero sí trajeron una y otra vez cajas de colores con los mismos seis colores.
El señor Regino veía y callaba. Arrastraba su pierna artificial una tarde y otra para traer a mis manos la cajita de colores. Me pidió que le mostrara lo que dibujaba con mis colores. “Qué bonito. Regálamelo”, dijo.
Yo le tenía terror a la pierna artificial del señor Regino, de manera que le di mi dibujo. El señor Regino me regaló una moneda de chocolate y colgó mis dibujo en el estante de las delicias. Allí estuvo por años, decolorándose y viéndome crecer. Hasta que el señor Regino enfermó y su familia se lo llevó a un pueblito perdido de Italia. Yo ya era una adolescente, sin embargo, cuando nos enteramos de su muerte, no dejaba de preguntarme si al señor Regino lo enterrarían con su pata de palo. Para ese momento, ya mis colores escribían historias. Pero eso fue mucho después.
Una vez mi abuela me dio una lata de galletas enorme, roja y dorada, para que guardara mis colores repetidos. Ya eran tantos, que tenía que guardarlos en una gaveta. Fue antes de irme a Caracas para tratar mi cuadro de asma aguda, así que sé con exactitud qué me llevaría de mi casa si tuviera que abandonarla. Aquellos seis colores me siguen acompañando hasta el día de hoy. Están en otras cajas, a veces han sido tizas, óleos, acuarelas, carbón, tierras, tintura de flores.

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Mis colores. Foto propia.

Nunca he dejado de ser la niña que se ahoga mientras dibuja con seis colores. Nunca he dejado de ver hilos de colores en la luz.
Mis hermanos de todos los colores. Los ojos castaños de mi madre. Los dientes blanquísimos de papá.
El vestido de mi abuela contando historias (blanca, blanca, y sus ojos negros de ardilla).
En mi infancia hay un sol que te deja ciego, amarillo y luego blanco.
Hay una granja azul de nubes. Hay luz de luna y luz de estrellas. Fuego hipnótico. Árboles que estallan, verdes.
Historias tejidas con el arcoíris.

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Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.

Este post es mi participación en este hermoso concurso, Venezuela Concurso/ Semana 10/ Mi tesoro más valioso, promovido por @solperez para celebrar los tres meses de la Comunidad #VenezolanosSteem. Entre ella y @marcybetancourt han logrado diseñar y sostener una dinámica entusiasta y generosa que ha hecho mover energías muy benéficas. Este concurso es una muestra de ello y una oportunidad para expresarnos creativamente desde la memoria sentimental. Anímate.

Espero que mi pequeña historia te guste.

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Mis colores. Foto propia editada con PhotoShop.

Soy una venezolana haciendo vida en la comunidad Venezolanos Steem

Sort:  

Qué de tiempos que no escuchaba esto del "color repetido", ¡ja, ja, ja!
Este es un hermoso post sobre un hermoso tesoro, @adncabrera. El color definitivamente es la alegría del miope con lentes nuevos y de las poetisas que ven la vida a través de él.

Una belleza :)

Gracias, @marlyncabrera. Espero que hayas podido hacerte la idea de quién era el señor Regino aunque no lo conociste. Todo un personaje.
Gracias por tus bonitas y generosas palabras.
Bienvenida siempre, Cabrera.

Gracias, hermana :D
Claro que conocí al señor Regino y su bodega. Allí mismo me hice la cicatriz más grande que tengo en este cuerpo terrenal, ja, ja, ja (la de la pierna). Yo tenía cinco o seis. Cómo olvidarlo.

Qué vieja eres. No me había percatado, jejeje...

Eres un arcoiris de metáforas, de colores, de golosinas, de gatos y perros. Gracias por hacer una participación tan bella en mi concurso. Nos regalaste tu arte y esencia humana. Eso vale muchísimo. Un abrazo inmenso.

Muchas gracias por tu lectura cálida y cercana. La propuesta del concurso es un dispositivo de oro: recordé cosas que había olvidado, y descubrí que había olvidado cosas que me hubiera gustado recordar. La infancia es un crisol.
Un abrazo enorme, @solperez. Este ejercicio me dio la oportunidad de hacer un viaje que necesitaba.

Qué belleza tu post.
Es realmente encantador.
Mucho sentimiento en cada palabra.
Está muy emotivo, Adriana.
Me gusta.

Gracias, @sandracabrera. Tu infancia es también la mía. Fueron años que podemos atesorar con bastante alegría.
No he pasadop por tu post. En un ratico lo hago.

Cuanto sentimiento, eres millonaria, tu vida en sí es un tesoro lleno de hermosos recuerdos de colores. Me encantó leerte @adncabrera.

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