De nuevo me encuentro por acá, con el objetivo de escribir un relato a propósito de la obra de Sorolla, titulada "Otra Margarita".

Cuando la policía llegó al Barrio "Los Bandidos", ya Margarita tenía su ropa arreglada. Se despidió de su mamá con un abrazo que casi le revienta las costillas; y le susurró al oído: "Yo sé que me lo advertiste, pero no te hice caso. Reza por mí. Dios sabe escucharte".

Caminó hacia la puerta, se detuvo frente a la foto del "Gran poder de Dios", le pasó los dedos como acariciándole el rostro y se persignó con la señal de la cruz. Allí estaban los policías.

-¿Es usted, la señora Margarita? -preguntaron.

-Sí, señores, y estoy lista para ir con ustedes a la comandancia, ¿me van a esposar?

-No, si usted colabora -le respondieron.

-¿Y qué cree que estoy haciendo? -dijo ella.

Frente a la casa de Margarita estaba el jeep de la Policía; no había un vecino que no se encontrara viendo la escena.

Ella salió con la mirada dirigida a la nada. Se montó en el jeep y no volteó. Una lágrima se le asomó a los ojos, aspiró el aire y luego lo expiró con fuerza. Se limpió la lágrima huérfana, sacó un rosario que llevaba en el bolsillo de su vestido e iba rozando sus cuentas con los dedos.

Cuando llegaron a la comandancia, puso la ropita que llevaba envuelta en una funda de almohada, a su lado. Un policía la custodiaba.

El Comandante entró a la sala, y le preguntó:

-¿Es usted, Margarita Salazar?

-Sí, señor.

-Sabe usted que está acusada de haber asesinado a su esposo?

-Sí, señor, y vengo a decirles que sí lo hice, y que no me siento culpable de nada. ¿Sabe, usted, una cosa, Comandante? Ese hombre me "sacó" cuando yo tenía 13 años; y ya él era un hombre corrido; me prometió su amor; y sí me lo daba, pero en las mismas porciones me daba palos. Pero ayer me encontró con la vena atravesá. Le dije que no me volviera a levantar la mano más nunca, porque no se lo iba a aguantar más; pero él se burló de mí, y me dijo con tono irónico: ¿Qué, me vas a matar? Yo le dije "No sé, pero estás advertido"; entonces comenzó a burlarse de mí; me dijo que yo no mataba ni a una mosca.

Me salí de la cocina y fui al patio a arreglar una gallina para la sopa, pero él se fue hasta allá; entonces me agarró por los cabellos con fuerza endemoniada, me miró a los ojos, y se acercó a mi cara para decirme: "A mí no me vuelves a hablar como lo acabas de hacer, porque para la próxima no respondo. Te voy a matar con mis propias manos".

Yo me iba a quedar tranquila, pero el hombre me cacheteó y me escupió; entonces sentí que el odio me quemó el estómago; y le enterré el cuchillo por la espalda. Cuando lo vi en el suelo, en lugar de compadecerme, más bien me le fui encima y le enterré el cuchillo por todas partes hasta comprobar que estaba muerto. Soy culpable, señor, y estoy feliz de serlo. Pagaré mi pena, con dignidad, a fin de cuentas, yo estaba muerta en vida.

El Comandante la escuchó y solo dijo: Creo que algo se puede hacer por usted.

El policía la condujo a la prisión y ahora Margarita espera su sentencia.

Fin

Me encantaría invitar a los amigos @yolvijrm, @ciru2014 y @vivigibelis. Aquí la información