Encuentro en un Tranvía

El pastor Meyer subió a un tranvía en el sector norte de Londres y se sentó frente a una mujer de edad, de cara triste, con un canasto en la falda, debe ser una criada pensó el pastor, que vuelve a su casa después del trabajo.

La gente comenzó a bajar del tranvía y el pastor y la mujer eran los únicos pasajeros, de pronto la mujer habló.

Pastor Meyer, si soy yo, en qué puedo ayudarle.

He sido una viuda por muchos años, comenzó a hablarle, y le dijo, mi única compañía era mi hija inválida, siempre me proporcionaba mucho gozo, cada día, cuando regresaba del trabajo, ella me daba la bienvenida, y por las noches, en la oscuridad, podía extender mi mano y tocarla, pero murió y ahora me siento triste y sola, ahora voy a casa, pero ya no es un hogar porque ella no está ahí.

El señor estará ahí cuando usted regrese, le dijo el pastor Meyer, cuando abra la puerta quiero que diga en voz alta, Jesús estoy en casa, sé que tú estás aquí, luego, cuando enciendas la cocina para preparar su cena, háblale acerca de lo que ocurrió en el día, hable con él lo mismo que hablabas con tu hija, después en la oscuridad de la noche, extiende la mano y diga, Jesús, sé que estás aquí junto a mí.

El tranvía llegó al final de su recorrido, y el pastor y la viuda bajaron y se fueron cada uno por su lado.

Varios meses después el pastor viajaba en el mismo tranvía y fue saludado alegremente por una señora que él no reconoció, no se acuerda de mí, le dijo la señora, soy la viuda que tanto echaba de menos a su hija fallecida, usted y yo hablamos en este mismo tranvía.

Ah sí, recordó el pastor y que sucedió, fui a casa y dije, Jesús, sé que tú estás aquí y lo seguí diciendo todos los días, él se ha convertido en mi amado y constante compañero, que diferencia ha hecho él en mi vida.

Ya hemos dicho que todo lo bueno viene de Dios, cuando lo bueno sucede, cuando la química surge entre dos personas, quizás sea difícil recordar que se trata de un regalo que nos da Dios.

Si tienes algún problema en la vida y necesitas encontrar tu equilibrio interior de ti, di para ti, en el nombre de Jesús y espera, sentirás una luz interior, siempre que nombre a Jesús y recuerda que Jesús nunca nos abandona.

Porque el señor su Dios está con nosotros él luchará contra los enemigos de nosotros y nos dará la victoria.

Al sentir calma y fortaleza, según descansamos en la presencia del amor divino y nos damos cuenta de su plenitud, al regresar a las actividades del día, mantengamos nuestra conciencia del amor de Dios en nosotros y esta conciencia nos remueva constantemente.