El 28 de diciembre es la fecha dedicada a recordar la muerte de cientos de niños menores de 2 años a manos del ejercito del rey Herodes, quien había sido alertado por los reyes magos del nacimiento de un niño que seria el nuevo rey, el monarca se llenó de pánico y rabia y mando a asesinar a los pequeños para que no quedara ni un rastro del anunciado rey de los judíos.

Todos los esfuerzos de Herodes fueron en vano, pues la profecía según la cual un pequeño nacido en Belén reinaría sobre su trono y sobre el trono de todos los poderosos de su tiempo, finalmente se cumplió, ya que María y José fueron avisados por un ángel y alcanzaron a huir de Belén.

El día de los inocentes no solo celebra la memoria de aquellos niños que murieron, sino que se ha convertido en el momento de la navidad dedicado al buen humor, porque bajo la expresión de páselas por inocente, las personas les juegan bromas a sus amigos y familiares, haciendo el símil con los inocentes que olvidan la fecha y por eso se prestan para ser victima de un engaño temporal.

La navidad es un recordatorio para los niños de todas las edades y para los mayores, ya que podemos recapturar la sensación de admiración y gozo, nunca somos mas felices, mas saludables, ni tenemos mas esperanza que cuando dejamos que el cristo renazca y se exprese en y a través de nosotros.

Al permitir que el brillante semblante del niño cristo resplandezca a través de nosotros, ya no escondemos nuestros talentos, afectos o sentimientos con estados de animo o actitudes que impiden la libre expresión de nuestro verdadero ser.

Tal vez no tengamos la dicha de tener una estrella en el cielo que nos guie hasta el niño cristo morador pero si tenemos nuestra propia estrella de Belén interior, una luz que podemos percibir a través de la fe y la oración.