Quisiera estar a tu lado,
ser quien te acompañe en ese viaje agotador.
Sigues caminando por ese puente sin querer hacerlo,
y yo, como un suicida,
me he lanzado incontables veces
de aquellos por los que transitaba.

Tu aroma percibo a pesar de la distancia y el mismo,
me hace llegar a ti
gracias a que huele a muerte y flores marchitas.

Atraído como abeja a la miel,
deambulo detrás de ti
guiado por el demonio quien habla
sobre tus cualidades con entusiasmo,
riendo a todo momento,
y expresando en su rostro
cierta alegría cada vez que pronuncia tu nombre.

El panorama es tan oscuro,
que ya no espero volver a ver ningún cielo despejado,
sólo quiero alcanzarte y sufrir a tu lado.

Cúbreme con tu manto gélido
no me dejes sentir calor alguno,
dejaré que tu cuerpo inerte se vuelva uno con el mío,
pasare a ser la podredumbre entre las vísceras de esta vida insólita.

Danzaremos al compás de la locura
y trastornados,
gritaremos al unísono todo lo que hemos callado durante eones.

Propagaremos nuestra ira por el mundo
y con actitud tiránica
recuperaremos lo que nos pertenece,
para desecharlo luego con indiferencia.

Que la pluma bañada en sangre
sea con la cual se firme,
el contrato que nos separa de todas las cosas buenas.

Que el desapego sea recibido con los brazos abiertos,
y así, poder mirar sin desdén,
los recuerdos de un pasado imborrable.

Quisiera estar a tu lado,
susurrarte al oído
cómo será el final que tanto anhelamos.

Desvanecerme junto a ti,
pasar a ser parte de la nada,
librarme de esta existencia
la misma que sólo sirve
para agravar el dolor que hay en mi pecho.