Concurso de cuentos #fotocuento - Semana 2: Nido Vacío en Llanura.

En el ancho llano Venezolano aún el sol no se ha levantado. Muy entrada la mañana, sale Don Pedro en su caballo arreando el ganado. Doña Elena alza su mano sosteniendo una taza de café, despide al hombre, al padre, al amigo, que a lo lejos ya no divisa a ver.

Se devuelve a paso lento a su cocina, se sienta unos minutos eternos, en ese momento su taza de café es su mejor amiga. Aunque aún la acompaña la belleza de la cual Don Pedro se siente todo dueño, comienza mirándose en el oscuro café, como la han tratado los años.

En la soledad de su hogar, solo se escucha a lo lejos un gallo. Se aísla en sus recuerdos y sin querer también invita a la nostalgia. Mira el fondo de su taza de café negro, humeante y dulce; todo su ser parece encontrar un portal en el tiempo para revivir los momentos de la infancia de sus pequeños.

Se pregunta a sí misma, cuantas ¿tazas de café fueron al paso del tiempo?, algunas con leche, otras con galletas, otras amargas, algunas derramadas u olvidadas. El desayuno era el momento perfecto, todo tenía que estar listo a tiempo; con esmero se ocupaba de sus niños. La aventura comenzaba temprano entre peleas y risas.

Con el tiempo se hicieron hombres y cada uno a su paso decidió su camino. En su corazón se siente complacida por el deber cumplido, pero a la vez terriblemente triste. Todos hoy en día son hombres de bien, casados y con hijos, todos viven en la ciudad y de vez en cuando visitan la llanura.

Elena toma un sorbo tratando de ahogar el llanto, se dice a sí misma, “hay oficio en la casa, basta de lloriqueos”, toma la bolsa de granos para complacer el apetito de las alegres gallinas. Ya el sol asoma sus rayos, recuerda que debe realizar otros asuntos, principalmente tener a tiempo el almuerzo servido.

Cerca de las doce, a lo lejos se escucha llegar a Don Pedro en su cansado caballo. Su amado sin más preámbulos, se quita el sombrero y con ese detector que se gana con los años nota la tristeza de Elena, la arropa con sus brazos fuertes y le dice al oído “Ya mujer, ellos están bien, han volado pero a mi me tienes por siempre a tu lado”.

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