A los veinte años conocí un juego de video llamado Xenon, nada comparable con las extraordinarias interfaces gráficas de estos tiempos. Tenía unas pantallas de modesta apariencia. No sé si interpretar que eran avanzadas para ese tiempo. Sólo recuerdo que me divertí un tiempo usándolo. Una vez programé un ralentizador para poder pasar los niveles difíciles.

Ahorita no soy adepto de videojuegos, pero Xenon me dejó algo curioso que hoy sigo usando para entender el mundo que me rodea. El juego mostraba una navecita que volaba por el espacio destruyendo enemigos (otras naves, monstruos, animales, vegetales, etc.). A los lados de la ruta por donde viajaba la nave, había piedras y algas.

La cosa curiosa que encontré en Xenon eran ciertos monstruos que aparecían en la vía. Específicamente, los tentáculos de esos monstruos tenían algo particular. Se movían exactamente como las algas de la orilla. Eran elementos distintos, pero estaban sincronizados. De hecho, parecía que hubiesen tomado las algas que se movían por la brisa y se las hubiesen colocado como tentáculos al monstruo. Eran la misma cosa: los mismos movimientos, los mismos colores y formas.

Razoné que el programador trató de ahorrarse recursos re-utilizando las mismas cosas que ya estaban en el escenario. Así lograba administrar mejor la velocidad de procesamiento (un mismo proceso para varios elementos) y el espacio de almacenamiento (un mismo espacio para los atributos de elementos diversos). El efecto más notable de ese ahorro era una réplica de movimientos. Algo así como un eco, no de sonidos, sino de eventos, formas y colores.

Eco Cósmico

A veces escucho una palabra y resulta que, en ese momento, yo estaba escribiendo esa palabra. A veces alguien dice una expresión y resulta que, esa misma expresión, estaba cruzando por el ojo del huracán en mis pensamientos. Este fenómeno me ocurre con una recurrencia tal que me sume en profundas cavilaciones. No puedo evitar acordarme de "el eco" de Xenon, la réplica de movimientos y el programador ahorrando recursos.

Para facilitar la referencia, he decidido dar a este fenómeno el nombre de "Eco Cósmico". Tal vez ya existe con otro nombre, pero yo he decidido llamarlo así. Y es la suposición de que algunas cosas en el mundo de los hombres están enlazadas entre sí de una forma insinuante. También incluyo en este concepto eventos que se repiten con ligeras variaciones, pseudo-casualidades y sueños premonitorios. Pequeñas cosas que si uno no presta atención, pasan desapercibidas.

El descifrador de códigos se pregunta: ¿y si fuera posible aplicarle a esto ingeniería inversa y entender lo que ha de venir, lo que conviene hacer? ¿y si fuera posible alinearse con la naturaleza y dejar de llevar tanto golpe? No hay una respuesta clara y, probablemente, no hay una respuesta única. Algunos "ecos" parecen insinuar el camino que se debe seguir, mientras que otros parecen alertar sobre un peligro inminente. La cosa requiere creer primero y observar con cuidado después. Alejarse por un momento de los códigos conocidos y adoptar nuevos códigos.

Una vez dormí y tuve un sueño. Soñé que un hombre me daba un abrazo amistoso. Pero, en el abrazo, me colocaba un dinero en el bolsillo del saco que yo usaba. Rechacé el gesto al darme cuenta de que, en realidad, no era amistoso. Al día siguiente, en mi trabajo, me visitó un desconocido contándome un problema. Me dijo que era cristiano y compartimos entretenidamente algunas cosas. Lo referí a otra unidad para que tramitara su caso. Antes de irse, me mostró unas pacas de efectivo, sólo para decirme que no quería dar muchas vueltas porque andaba incómodo con ese dinero. De inmediato me acordé del sueño. Revisé con cuidado en el sistema y el hombre tenía una gran cantidad de dinero bloqueada por fraude. Envié la advertencia a la unidad correspondiente.

Hace tiempo, cuando era estudiante, estuve unas horas en un cibercafé, cerca del colegio. Al terminar, pregunté cuánto debía. Era un monto muy inexacto. Imaginemos que eran 438,25 (me acuerdo de los 25 céntimos). Me coloqué la mano en el bolsillo de atrás del pantalón y me percaté de que había olvidado la cartera en la casa. ¡Qué vergüenza!... Comencé a sacar el sencillo que tenía en el bolsillo de adelante. Fui sacando billeticos enrollados y monedas. Vi cierto volumen y pensé "ya no voy a pasar tanta pena". Saqué todo lo que tenía y eran, exactamente... 438.25!!! ¿casualidad, alineación de estrellas o alguien está queriendo que levante la vista y mire hacia adelante?

Son ejemplos distintos de El Eco Cósmico. Como ésos tengo muchos, y de palabras que "re-suenan" tengo más. La explicación puede no ser clara. Pero algo me dice que hay una explicación para estas coincidencias. También algo me dice que cada quien podría tener una manera distinta de desentrañar el misterio de sus propios ecos. Dejo para el final un eco decodificado que ha sido muy importante para mí. Vea el lector si logra determinar dónde estuvo el eco.

Hace tiempo me enemisté con un amigo de años. El siguió por su lado y yo por el mío. Luego de años lo volví a ver. Para este tiempo, yo no sentía rencor. No tenía intenciones de restaurar la amistad, porque se rompió por algo, pero él me pidió que fuera a su casa y conociera a su hijo. Sentí que no tenía ganas de andar bien mientras él seguía arrastrando el karma de una culpa. Decidí perdonar...

Cuando aún éramos amigos, una vez él me habló de un libro llamado "El milagro del perdón" y me contó una historia de ese libro sobre alguien que recibió "sanación a su vida" después de que su corazón logró perdonar una afrenta grave.

Un día cualquiera, fui a su casa. Saludé a su mamá quien casi lloró cuando me vio, y conocí a su hijo de un año. Él me dijo que tenía que salir pero quería que yo lo acompañara, para así hablar en el camino. Lo acompañé y hablamos. Fuimos a un centro médico para buscar los resultados de unos exámenes. Al salir, me encontré con una apreciada amiga de la que había yo perdido contacto. (A todas éstas no he aclarado que yo estaba viviendo en otra ciudad y que sólo estaba por unos días en mi ciudad natal). Más tarde salí con mi amiga, nos hicimos novios y me casé con ella un año después. Ahorita tenemos dos hijos, un apartamento, un carro y veinte años de matrimonio. Resumido y contado rápido, pero tengo muchísimas cosas que agradecer a Dios por estos buenos años.

Agrego que ese amigo de quien hablo fue quien me introdujo en Steemit,
y Steemit ha enderezado mi economía en estos tiempos difíciles.

Finalizando y saliendo en reversa:

El milagro del perdón.
Teoría sobre casualidades.
Eco cósmico.

Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)
(hacer clic en las imágenes para ver la fuente)

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