Un cuento antes de partir

La noche se ha reunido en este momento final. Los astros y los celestes pareciera que se han detenido. Las mujeres lloran en sus recintos y sus lechos, las más sentimentales este momento no han podido soportar.

Me quedo sólo en mi habitación y miro por el agujero del techo. Hay una luz lunar que cubre mi rostro y me baña con tranquilo esplendor.

Siento un peso en mi pecho y el viento se pone denso. Las horas transcurren lentas y los silbidos de la noche se convierten en graznidos de aves nocturnas.

Pensé que no tendría un final más curioso, al ser acompañado completamente por la misma soledad. La casa estaba llena de huéspedes insignificantes que sólo vinieron para verme morir.

De repente, mientras me encontraba hundido y enfocado en mis múltiples pensamientos llenos de emociones, apareció una luz, más clara que el día y más hermosa que los colores más delicados de este mundo.

Aquella luminosidad divina, vino acompañada de un par de alas enormes y blancas, puras y brillantes, quienes sostenían el cuerpo de una criatura hermosa, rubia y de ojos celestes y penetrantes.

El ser hermoso se paró junto a mi cama y luego se arrodilló al borde. Yo no podía hacer otra cosa sino observarlo con detenimiento, ni siquiera podía emitir sonido alguno.

Empezó a hablarme con el tono de voz más suave que había escuchado, relatándome un cuento antes de morir. Quedé anonadado prestando toda mi atención, mi corazón desaceleraba lentamente y el cuerpo lo sentía muy pesado.

Al culminar su historia concluí que ha sido el relato más maravilloso que había escuchado, y cerré mis pesados ojos para dormir y vivir mi propia historia una vez más.

Ilustración