Feliz San Valentín — Mejores Amigos Por Siempre.

Holaaaaaaaa cariñitos,
¿Cómo están? ¿Qué han hecho y cómo les fue en eso?

Feliz San Valentín atrasadisimo de mi parte, espero la hayan pasado bien.

Hace unos días tuve una buena idea para el comienzo de una historia, así que pueden intuir qué vengo a mostrarles está vez.

Disfrútenlo.

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1. Mejores Amigos.

Nervioso, el pequeño rubio trataba de mitigar el llanto de la tierna castaña, las lágrimas se deslizaban dramáticamente por sus mejillas, sus largas pestañas le daban un enfoque tétrico a la común situacion.

Solo se había caído de la bicicleta.

Solo se había caído, pero era responsabilidad de Jace cuidar de April, de no soltarla hasta que se sintiera lista, pero él solo es un niño muy travieso. April sujetaba su rodilla roja y sangrante contra su pecho mientras se escondía en el cuello de Jace, quien la abrazaba y mecía, más por el pánico de ser encontrados y regañados, que por la intranquilidad de su amiga.

Y eso la ofendió.

—Oliver no me habría soltado. — Dijo entre quejas. Y el corazón de Jace se encogió con algo nuevo e incómodo, que más tarde vino a reconocer como celos, la levantó y le mantuvo el rostro a la altura del suyo.

Jace con sus manos secó sus húmedas y rosadas mejillas dejándola conmocionada, él odiaba tocar a las niñas. Sus manos estaban llenas de tierra, pero no le importó, ella solo podía mirar esos bonitos ojos claros.

Con todo el pesar que puede poseer un espíritu de 10 años, le dijo:

—Pero Oliver no estaba cuidándote, yo si.—Contestó mirando la herida y soplándola, calmando momentáneamente el ardor—. Lo siento mucho April, soy un mal amigo.

—Lo eres.

—Lo soy.

Su cabeza cayó y mordió su labio inferior con fuerza, se sentía tan idiota y extraño.
April lo sabía, podía leer hasta sus intenciones solo mirándolo a los ojos, y sintió culpa por querer que Jace se arrepintiera, Jace no era un mal niño.
Ignorando el dolor de su rodilla, se levantó elegantemente del asfalto, sacudió su vestido y le extendió la mano sin rincones al hermoso niño rubio que la observaba con culpa.

Las princesas no guardar rencores, pensó en las palabras de su madre y ayudó a su vecino a ponerse sobre sus pies, las princesas perdonan.

Y, por supuesto, las princesas ayudaban, Jace estaba triste por su culpa.

—Pero ya no lo serás.—Le dijo sonriendo hasta enseñar sus blancos dientes—. A partir de ahora serás un buen amigo.

Jace la observó dudoso de sus palabras.

—¿Un buen amigo? —Preguntó.

—El mejor.

—¿Tanto cómo Oliver?—Dijo con entusiasmo.

—Más.

Este la miró con asombro y sus ojos brillaban arduamente, pero luego algo lo detuvo.

—Pero, ¿cómo puedo serlo?

April lo estudió con la mirada, ella tampoco había considerado esa parte del plan. Sin embargo, no iba a dejar que se desanimara, ahora era su responsabilidad hacer sentir a Jace como hace unos minutos antes de olvidara cómo mantener el equilibrio e irse contra el asfalto.

Una idea brilló en su mente y brincó con ternura.

—Porque los amigos nunca se lastiman. Mucho menos si son los mejores.

Jace no daba crédito a sus oídos, ¿Amigo? ¿el mejor? ¡No podía creerlo! April jamás había sido más que su odiosa vecina con una bicicleta nueva con la que no sabía andar, sin contar la sosa amistad de su mejor amigo con la niña.

La miró desde una nueva perspectiva, April era una niña, una muy llorona, pero la había visto jugar con Oliver como un niño más en la escuela. También, la había visto ser capaz de jugar lo que ellos juegan. Si Oliver pudo darle una oportunidad, él iba a darle una oportunidad.

Su mejor amigo no aceptaba jugar con cualquiera.

—¿Los mejores?— volvió a preguntar.

Las princesas comienzan de nuevo, pensó suspirando e hizo lo más significativo en su amistad, April sacó galletas de mantequilla de un bolsillo de su vestido lleno de tierra y se las ofreció.

Jace las miró con deseo, eran sus favoritas, quería tomarlas, pero él le había hecho daño a April y algo no se sentía bien.

—Te lastimé.

—Pero ya no me duele.— Mintió.

—Pero a mi si.—contestó con malcriadez, April se derritió ante el gesto, no podía estar enojada con Jace si era tan tierno.

—Porque ya comenzaste a ser un buen amigo.

Él la observó sin entenderlo.

—Mi mamá me dijo que algo así era el amistad, cuando eres feliz y triste por lo que la persona que quieres.

—¿Y tú eres feliz y triste por mí?— Preguntó con las mejillas coloradas.

Lo miró unos segundos y contestó con el corazón.

—Soy muy feliz y triste por ti, Jace.

Volvió a ofrecer las galletas, que estaba vez fueron aceptadas, sellando para siempre una amistad naciente y duradera, la más hermosa y eterna.

Tomaron juntos la bicicleta del suelo y se miraron.

—¿De nuevo, mejor amiga?— Preguntó el niño de 10 años. No iba a descansar hasta que su nueva mejor amiga aprendiera a andar en bici y pudieran ir los dos a pasear las calles, o tres, si Oliver lo desea.

April sintió algo nuevo en la boca del estómago, no se sentía para nada igual a cuando Oliver decía esas cosas, sus mejillas se sonrojaron y su corazón se aceleró, estaba nerviosa. Lo miró, jamás lo había visto tan bonito como ahora, incluso con rastros de galletas al borde de su boca.

Entonces lo supo, siempre lo supo. Jace y ella estaban destinados. Siempre estuvieron destinados a estar juntos. Aunque no era de la forma en que ellos pensaban.

—De nuevo, mejor amigo.

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¿Qué les parece? A mí me emocionó muchísimo después de escribirlo.

Gracias por siempre estar ahí para leerme.

Cuídense mucho, besitos.