El duelo, desde una perspectiva psicoanalítica

Hay circunstancias en donde el sujeto llega a enfrentar el duelo, las cuales pueden reflejarse en la explicación de dos tipologías como la ausencia que axiomáticamente se muestra en la pérdida del objeto o situación amada, y la otra como la ausencia de una parte de la autoimagen.

En primer lugar, el objeto representa aquello que el sujeto busca constantemente esto no es algo dado, sino que se constituye en íntima relación con la constitución del sujeto. Freud explica que ese objeto se era, como la boca, el ano, los oídos, los ojos; estos no son parciales, sino que representan a ese objeto, por esta razón no se tuvo, es por ello que el objeto se constituye como perdido. El momento de su perdida es el momento de su constitución, lo que quiere decir la disolución entre el Yo (narcisismo primario) y el no Yo.

A partir de aquí es necesario que algo falte para viabilizar lo que Freud llamo reencuentro con el objeto. En segundo lugar, en ocasiones se reflejará algo de ese narcisismo, ese que se encuentra en una relación de exclusión interna en relación al objeto, ya que inconscientemente solemos escoger a las personas que se quedaran en nuestras vidas, esta situación no sucede porque si, por el contrario, elegimos a aquellos que reafirman el concepto de Yo que sostenemos desde lo imaginario, el sujeto puede identificar su imagen como un Yo distinto de otro (estadio del espejo).

Por consecuente, al momento de atravesar una perdida se aprecia en el sujeto una desorientación con respecto a si mismo. Esto es común en los VBP y expresan sentimientos que el paciente no acepta, tales como: "siento que no sé quién soy desde que no está" "cuando mi madre murió siento que una parte de mí se fue con ella"... Y por ende es así. Es en este sentido al perder a un ser querido y saber que ya no estará en nuestras vidas ese espejo que se menciona anteriormente en donde nos reflejábamos también parte es decir perdemos también nuestro reflejo en el otro.

El psicoanalista Jacques-Alain Miller expone lo siguiente "Mi amor por ti no es sólo asunto mío sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas". Amar implica reflejarse en el otro, pero también implica reflejarse a uno mismo.

Lo que implica que la persona se convierta en el espejo del otro y es esta conmutación de reflejos el que sobrelleva el luto cuando la muerte o la separación aparece en nuestra puerta. Es en ese momento cuando al perder nuestro objeto deseado, una parte de nosotros se va también, esto es algo inevitable ya que al morir esa otra parte que reflejaba nuestra autoimagen, se presenta la oportunidad para encontrar nuevos espejos y por consiguiente reencontrarnos.