El mundo es un espejo donde se mira la humanidad, cruzando fronteras ilusorias de separatidad. El hombre y su mundo conforman más que una unidad y, sin embargo, es casi normal sumergirse en esa ilusión de dualidad fantasiosa que genera dolor y torna el amor algo abstracto, siendo lo más concreto en el universo.
La luz que desprende un alma llena de amor es tan potente que llena todos los espacios oscuros de la mente y del infinito, concientizando la reunificación de lo indisoluble: cuerpo-mente-espíritu/ energía y materia. El amor es inconmensurable e inalterable. Si en un alma habita el amor, todo se vuelve amoroso, dentro y fuera de ella. El amor busca el amor y su fuerza es lo que sostiene el mundo, como bien lo dice Pierre Teilhard de Chardin: "Impulsados por las fuerzas del amor, los fragmentos del mundo se buscan para que el mundo pueda existir" / “Driven by the forces of love, the fragments of the world seek each other so that the world may come into being.”