Venezuela es el orgullo de nuestra gente. Cada Estado que conforma este bello país ofrece bondades sin iguales. Ningún espacio es idéntico a otro en nuestra hermosa Venezuela. El gentilicio venezolano ha manejado por años la frase: ”Caracas es Caracas y lo demás. Monte y culebra”. Pues, en realidad la frase en su conjunto es despectiva porque alude a mantener ciertas creencias. Monte y culebra, refiere a lugares “sin vida”, campestre, con gente con costumbre poco atractivas.

Sin embargo, me atrevo a decir que la frase hoy día carece de ese sentido displicente. Soy capaz de asegurar que somos muchos quienes apreciamos y valoramos cada rincón, cada pueblo, cada espacio cultural de nuestra tierra. Incluso, siento el crecimiento del valor de identidad. Cada venezolano perteneciente a un lugar específico habla con orgullo de su región y describe su terreno como el mejor de todos, ¡para muestra un botón!

Observen este hermoso paraje llanero, un atardecer como el que es ya es costumbre visualizar en San Carlos, estado Cojedes.

Cojedes se ubica a 4 horas del Caracas, específicamente forma parte del centro-oeste de Venezuela. Limita con Portuguesa, Lara, Carabobo y Yaracuy. El extremo norte de San Carlos se ubica en la cordillera central.

En esta zona abunda la vegetación de sabana pero también se puede presenciar selvas de galería, la gente por ende, se dedica principalmente al cultivo de arroz, ñame, sorgo, tabaco y maíz, sus tierras son bondadosas y se presta para el trabajo que con tanto amor realizan sus habitantes.

La ganadería es otra actividad comercial de la zona, quienes poseen amplios terrenos y saben cómo cuidar y mantener el ganado, no duda en hacerlo.

Este día tan especial para la familia contemplamos el hermoso atardecer y al compás del hermoso espectáculo conversábamos todas esas tradiciones que aún se conservan en la zona como los toros coleados. Veíamos al ganado y lo asociamos con un símbolo especial de la gente en San Carlos. Las deliciosas cachapas con una buena carne asada en vara, nos hacía agua la boca ja,ja,ja.

En este lugar, mirar la sabana reunidos en familia mientras tomas un rico y delicioso café, no tiene precio. Repetiría este momento una y otra vez sin dudarlo un solo segundo.

Mi hijo emocionado por varias razones no dejaba de asombrarse por la maravillosa caída de la tarde, fue él quien decidió tomar las fotos para que yo las reseñara en una nueva publicación. Hoy fue el día para compartirla con ustedes, disfrútenla.