En Argentina había un maniquí que modelaba ropa deportiva, al estar en una tienda de deportes en los televisores siempre televisaban canales deportivos, y nunca faltaba el futbol.

El maniquí al estar siempre junto al televisor le empezó a gustar el futbol, pero el maniquí solo podía oír, no se podía mover.

Todo iba bien hasta que al maniquí lo cambiaron al área de tenis. El maniquí al tener la necesidad de oír el futbol cobro vida para moverse por la tienda, entonces siempre buscaba la mejor camisa del equipo de Argentina y se ponía frente al televisor a admirar el partido y cuando terminaba bajaba por un armario para regresar más rápido a su pasillo.