La Infancia

La infancia, independientemente de lo que cada quien haya vivido, estoy segura que al momento de la madurez todos pensamos que es la mejor etapa por ser el período más inocente de la vida.

La niñez es ese lapso donde se asumen riesgos sin medir consecuencias, donde decimos las cosas sin rodeos, donde nos sentimos libres y donde aún las heridas no afectan las emociones debido a esa pureza del alma.

#Reto12Votos nos invita a recordar la niñez. La mía estuvo siempre abrazada por el amor familiar, mis padres estuvieron unidos hasta el fallecimiento de mi madre, casi 50 años de matrimonio, digamos que estable.

Una de los actos más recordados en mi etapa de niña fueron los abrazos, las canciones infantiles, el estar al lado de tías, tíos, y no sé qué cantidad de primos y primas. Todos fuimos criados en una misma comunidad por lo tanto, el contacto era diario.

En mi familia, una norma era: los niños a un lado, los adultos por otro. Aunque suene contradictorio con lo antes expuesto, esa actitud de los grandes no me afectaba como niña porque no sólo yo, sino todos los pequeños de esa época lo tomamos como hábitos. Ni bueno, ni malo, era una norma y punto.

Sin embargo, durante mi proceso de transición camino a la adolescencia, si comencé a preguntarme sobre el por qué los adultos nos apartaban de sus lados cuando se encontraban reunidos. Era de mala educación, la afirmación de todos para justificar la acción, pero más allá de esa escueta respuesta, no había nada.

Esta evocación me ha vinculado siempre con la profesión que escogí, ser educadora. Fui una docente de esas de las que innovar era la pasión. No me importó romper esquemas y patrones con mis estudiantes, porque de alguna manera los recuerdos de mi niñez permanecían conmigo, tenía una espinita.

En los lugares donde participaba, allí metía a mis estudiantes. Llegue a tener un cargo como coordinadora pedagógica y en los consejos de cursos, hacía acto de presencia con jóvenes de todos los niveles. Asumí cargo en departamentos de evaluación y control de estudio y también allí metí las narices de los chamos je,je,je. ¿Por qué no?

Mi infancia dejó marcas importantes en mi vida, como adulta y con mi trabajo conseguí la forma de reivindicar algunas acciones de los adultos. Es verdad, hay temas de conversación donde se requiere prudencia con los menores pero de ahí a que se coarten todos sus derechos de libre participación, es otra cosa.

Muchos adultos tienden a pensar que el mundo es para ellos, esto me causa gracia y por esto mi actitud rebelde rompió cualquier parámetro “legal”. El mundo no es de los adultos, el mundo es y seguirá siendo de los niños. Nadie tiene derecho de cercenar su libertad para moverse en cualquier espacio donde desee expresarse. Los adultos estamos allí para fomentar valores, guiar sus pasos y dar orientaciones necesarias y de esta manera todo culmine con éxito.

"Los adultos no manifiestan poder sobre los niños, manifiestan miedo de no saber responder a sus exigencias. Los adultos no niegan hablar de los niños en su presencia, sienten miedo de escuchar lo que los niños piensan de nosotros. La mentalidad de un adulto jamás superará la de un niño porque la soberbia y vanidad de los adultos, nunca lo permitirá." @belkisa758

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¡Mi niñez la viví con plena felicidad, de allí nace mi carácter tan peculiar para muchos! Les abrazo fuerte a todos.

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Con mi padre y hermana	Con mis padres y hermana

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_{Las fotos añadidas a la publicación son de mi autoría @belkisa758. Recuerdos de mi infancia, al lado de mis padres, primos y hermanos.}

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