Pareidolia

Recuerdo que de niño vivíamos en un apartamento que tenía un suelo de terrazo; ese tipo de suelo era el habitual en la mayoría de las construcciones de aquella época, debido a que era muy económico y a la vez duradero, y se caracterizaba por estar hecho con una mezcla de cemento y piedras de diferentes tipos y colores, que le confería ese característico aspecto de suelo moteado con manchitas.

Una de mis diversiones era encontrar dibujos o manchas en el suelo que se asemejaran con una cara, un animal o un objeto; había una en el cuarto de baño muy parecida a una gallina, u otra en mi habitación idéntica a una magdalena.

Pero las más sorprendentes y curiosas eran las que se asemejaban a caras humanas, caras que parecían que te miraban e incluso podías imaginar que te decían cosas; siempre recordaré una en especial, que tenía una mirada inquietante a la cual mi hermano y yo llamábamos el fantasma de los ojos azules.

Mi afición por descubrir similitudes entre estímulos inanimados y caras u otro tipo de objetos continuó ya de adulto, de tal forma que muchas veces suelo pararme a mirar las nubes e intentar buscar algo que me sea reconocible. A este fenómeno se le denomina pareidolia, y consiste en reconocer principalmente caras humanas o de animales en estímulos u objetos inanimados; por ejemplo ver una mancha en la pared, una nube, una piedra, una caja de cartón o bien objetos cotidianos, y pensar que se asemejan a una cara.

¿Por qué sucede esto? Nuestro cerebro recibe continuamente información procedente de nuestros sentidos, y es por ello que nuestro sistema neuronal realiza procesos automatizados de filtro y de procesamiento de la información que eviten la saturación y el colapso mental.

Especialmente relevante es la información visual que recibe el cerebro, el cual está provisto de mecanismos especiales que tienen la capacidad de reconocer caras de forma independiente al resto de la información visual. Estos circuitos neuronales encargados de tal tarea están ubicados en los lóbulos temporales izquierdo y derecho, a ambos lados del cerebro, y más concretamente en una parte de su zona inferior llamada giro fusiforme. Este órgano es el encargado no solo del reconocimiento de caras, sino también de reconocer los colores, los números y las palabras.

Según estudios recientes, la zona del giro fusiforme situada en el hemisferio izquierdo del cerebro informa de que un estímulo externo se asemeja a una cara, y la parte situada en el hemisferio derecho determina si efectivamente es o no una cara. Por tanto, dentro de esa búsqueda automatizada que tiene el cerebro para detectar caras, nos encontramos con que al observar un estímulo inanimado pensemos que se parece a una cara humana o de un animal, pero al mismo tiempo sabemos que no es algo real, sino una especie de ilusión.

No se tiene la certeza sobre cuál es el motivo real por el que se producen las pareidolias, aunque es muy posible que sea un fenómeno derivado de la capacidad adaptativa y de supervivencia del ser humano, que desde sus principios evolutivos debía saber distinguir entre sus congéneres y amenazas externas.

Hay que recalcar que la pareidolia es un fenómeno psicológico automático que ocurre en apenas unas centésimas de segundo en nuestro cerebro, y que no podemos controlar. Se trata simplemente de un sesgo o un efecto secundario en el procesamiento de la información visual, casualidades que el cerebro interpreta, sin que por ello sean obra del diablo, o se trate de mensajes de la virgen ni de los espíritus que pretenden manifestarse para anunciarnos la salvación de nuestras almas.

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Referencias:
https://psicologiaymente.com/psicologia/pareidolia-caras
https://www.nobbot.com/general/pareidolia-caras-en-todos-lados/

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