Agradecimiento a los Infames que soportan leerme

Como les comenté tenía 13 años sin escribir, había perdido ese hermoso hábito liberador, aquí en Steemit y gracias a la situación en crisis que mi país enfrenta, volví a encontrarme con mi rutina creativa. Hoy desperté sin muchos ánimos de hacerlo, pero recordé que este podía ser el artículo maestro y si no levantaba mi trasero de la cama, desperdiciaría una oportunidad única de compartir mi visión del mundo con otros de los pocos que aún se digna a leer creaciones ajenas.

De cientos de escritos que tenía madurando en un cajón, no me queda ninguno y es que cuando me casé, tras mudarme de la casa materna, a diferencia de las películas donde los padres conservan intactos las habitaciones de los protagonistas, mi madre hizo enseguida operación limpieza y lo primero que puso en la basura fue la caja con el montón de hojas sueltas, papeletas de cigarrillos rayadas y cuadernos desgarrados a punta de lapiceros a media tinta donde había escrito durante la época bohemia. Imaginen mi sorpresa al llegar una tarde y no hallar ni siquiera un diario que escribí en mis épocas depresivas juveniles, esa era mi bitácora de los labios que había probado antes de mi esposa, un valor sentimental que sólo reposará por el resto de la eternidad, hundido en mi memoria.
Irónicamente no estaba en mi destino conservar esos escritos, porque recuerdo que algunos estaban cargado en un disco duro externo que tenía cuando viví en El Baúl (Girardot, Cojedes) y resultó que un buen día se metieron a robar mi hogar y los amigos de lo ajeno no lo pelaron, ni idea tendrían los pillos de que era ese aparatico que se llevaron, simplemente lo tomaron y se robaron otras valiosas memorias mías. He buscado en disco duros y más aparatejos viejos y sólo encontré una obra de teatro con la cual me gradué en la Escuela de Teatro del Estado Cojedes; con decirles que ni el ensayo con el que fui premio regional de literatura, que tanto me gustaba he encontrado.

La escritura está en mis venas, como herencia recibida de mi recién fallecido abuelo Vicente "El Chivo" Velásquez, fue su legado genético para la mayoría de los nietos de la rama materna. Ella me ha recautivado y por ello me levanté de la cama para seguir sacándome el óxido literario y dejarles este pequeñísimo poema de agradecimiento por seguirme e insistir ustedes también en su difícil tarea de leer contenidos buscando el tesoro perdido entre las letras e imágenes.