Reto12Votos Semana 36 - Mi Infancia

Antes de ingresar al tema planteado para esta semana, necesito hacer una breve introducción al nuevo status del Club12, pues, como ya algun@s habrán leído, el Reto12Votos estrena casa, en su Semana 36. El pichón abandona el nido. Sus plumas han crecido y busca su vida propia. Alojado en la casa materna, la de @avellana,  Club12 alcanzó la suficiente madurez para mudarse y afrontar solito sus gastos, aplicar la experiencia de los aciertos y trabajar sobre los resultados no deseados.

¡Qué orgulloso estaría @pavelnunez al ver a su hechura, iniciando su independencia!

Vayamos pues con el Reto12Votos, desde su casa, con el tema 

Entre mar y sol, aunque también jugábamos con la arena, con los tradicionales tobitos y palitas, mi hermano y yo, tuvimos una infancia bien próxima a la naturaleza y llena de diversión; la mayor parte de las veces en compañía de primos y primas, algunos ya con sus nacientes familias, pues nosotros fuimos los menores del grupo de primos. 

Los fines de semana, como recompensa y descanso de las actividades laborales (de los adultos), el viaje a la playa era lo más acostumbrado.  La comida siempre iba hecha de la casa. Se compartían entre las señoras del grupo el que llevar y eran verdaderos festines. Lo mejor era que no había rigidez en el horario de las comidas, cuando a uno le daba hambre iba y pedía comida.

Los termos mantenían por algunas horas el agua fresca  y estaba el hielo para las bebidas. Siempre regresábamos cansados del juego con las olas y la acción del sol. Cuando había cola (fila de automóviles) en la autopista, llegábamos dormidos a casa. Y prácticamente pasábamos del carro a seguir durmiendo en los dormitorios.

Las salidas semanales se fueron distanciando un poco durante la etapa de la secundaria pues las obligaciones escolares eran mayores y, en muchas oportunidades, los fines de semana fueron para estudiar o cumplir asignaciones escolares. 

Como ven no todo era diversión, pero la presencia del mar es muy fuerte en mis recuerdos, así como la del cerro Ávila, inconscientemente mis ojos buscan su silueta cuando estoy en regiones planas. Y es perfectamente normal que así sea, pues he pasado casi la totalidad de mi vida viendólo desde distintos ángulos a distintas horas del día.

Otros destinos eran El Junquito y La Colonia Tovar,  con su clima fresco, comer chicharrones, jojotos y fresas con crema. ¡Ah! Y moras como me gustaba comer esas frutillas y sentir su acidito. Aún me gustan muchísimo. Y el verlas en las plantas y disfrutar agarrar directamente algunas era sencillamente maravilloso.

Así entre cielo y mar, visitas a pueblos cercanos a l ciudad y el disfrute de frutas y golosinas; sin olvidar la férrea conducción en valores de mis viejos, entre los que estaban los estudios en un lugar preferencial, pues esa es la mejor herencia que los padres pueden dejara a sus hijos, los estudios, el como ganarse la vida con un trabajo digno.

La misma cantinela se la tararee muchas veces a mis hijos y ellos también respondieron al esfuerzo que los padres hacemos para que obtengan la formación necesaria, las herramientas para defenderse en la vida. 

Como reflexión: definitivamente, tuve una infancia feliz, con un grupo familiar bastante unido, diversión y valores firmes, cincelados mediante palabras y ejemplos. Mi equilibrio como adulta viene en gran parte de allí, pues fui muy protegida y debí superarlo como adulta.