Esta puede considerarse como una alegoría al génesis del ser humano, según las historias bíblicas, que relatan el origen del primer hombre, Adán naciendo del barro de la tierra. Si bien, no soy religioso fanático, ni nada parecido, siempre me he visto intrigado por los orígenes y surgimiento de las cosas y de los seres vivos que habitamos la tierra.

Vemos como este ser que yo represento con un ojo, muy particular de mi arte, brota de la tierra, de entre las raíces del árbol, volviendo a la alegoría bíblico-histórica, este lo considero el árbol de la vida. Mientras que el elemento que vemos dispuesto debajo del ojo puede ser considerado el fruto de este árbol, que cae de sus ramas y yace en el suelo de este desértico paisaje a la espera de volver a la tierra y eclosionar nuevamente en el ciclo natural de la existencia.

Este nuevo ser refleja en su mirada el brillo de la vida, del alma envuelta en un capullo transitorio, en espera a abrirse a una existencia fuera de este plano conocido por el ojo humano.