En Cuaresma, es decir, el tiempo entre Miércoles de Ceniza y Domingo de Ramos, a los cristianos se nos exhorta a hacer tres obras: ayuno o penitencia, oración y caridad. En definitiva, debemos de abstenernos de adquirir cosas que nos gustan. Por ejemplo: queremos ir a un recital de un artista que nos encanta, pero porque queremos seguir lo que la Iglesia nos indica renunciamos comprar la entrada a ese concierto, dinero que decidimos donarlo a los que sufren grandes pesares, como los pobres o los enfermos. Al renunciar a ese concierto hacemos una obra de caridad, pero también hacemos penitencia.

En otro tiempo consumir carne era un lujo, por eso la Iglesia recomendó no consumirla, mucho más en Viernes Santo, día en que Jesús nos redimió con su preciosa Sangre en la cruz. Jesús hizo grandes obras de caridad cuando estuvo con los apóstoles, y ciertamente consumir comida cara no es una obra de caridad.

Hoy muchos consumen pescado en Viernes Santo, pero eso no está bien porque en la actualidad en muchas parte del mundo el pescado es mucho más caro que la carne. O sea, lo que nos recomienda la santa Madre Iglesia es no consumir productos costosos, pero nos recomienda también que seamos austeros en nuestro consumo, considerando que hay tantos que pasan hambre.