Apamates en la barbarie

Arbol de Apamate

                                                      Un pájaro sólo hace
                                                               dos cosas:
                                                      o vuela o está sobre
                                                               las ramas.
                                                  Pero es tanto tener dos vidas

Por donde vivo (en la quinta avenida), puedo abrir la ventana de mi apartamento, sentir la brisa del alba, salir a caminar largas horas y pisar un manto blanco y morado que disfruto como una carta de amor descubriendo secretos de adolescente.
Son mis apamates que terminan en mis ojos, despojados de sus flores y, que recojo para disfrutarlos en mi cuarto en un solo de amor, mientras el tiempo aguarda y un pájaro atraviesa el aullido de la madrugada.

Parece que ayer alguien como un asesino a oscuras, como un cobarde entre la luz y la noche se dijo, deshazte del árbol de la calle, total; no tiene dueño, cualquier perro, sólo orinará su tronco. Y, vino con sus hachas, y en la boca sangrando su ira, y lo destrozó, lo abrió, le hizo trizas como para que quienes no les guste, le recordemos que él es propietario y punto. En su lugar: una venta de automóviles, otro edificio y basta. Mientras los agoreros de raro plumaje sientan su gordo culo en la panadería para hablar de nada.

Quien dio el permiso, es igual de asesino. Deshazte del árbol y de tu memoria Gabriel Morìn .Duerme tranquilo. total, se respira un vacío y los pedazos de él, están estacionados en vistosos autos y solo tienes dos brazos para proponer un brindis por el trágico día.

Siempre lo han hecho y la complicidad se sienta con ellos a recoger el extremo de sus bolsillos y la hojalata con que ocultan lo que va a aparecer luego, igual la queja duerme ésta angustia sin lluvia

Solo somos tú y yo: la calle, la ciudad y sus autobuses. Aunque reconozcamos las voces y los ojos que interrogan.

Nada falta sobre el mundo, nada, ni las flores que encienden los aromas. ¿Para qué?; si un árbol muerto, es un árbol muerto: sin nidos, sin apaciguamientos de sol, sin mediodía.

Dos candilazos de búho aparecen sonámbulos, un "aguaitacaminos" y, un borracho meando los pedazos de madera dejados por la barbarie.

¡Maldita la mano que corta un árbol!, sus acentos heridos bajo el cielo.

Un rápido vistazo a la vida y atrás todo termina.

Photo