Entre historias// Ed y Any. Solo amigos

¿Así que tú eres Any? Pregunto la chica.

-¡Eres una loca! ¡Una perdida! ¡Buscona! ¡Pero ahora veras!.

Dijo la extraña al tiempo que se abalanzaba sobre Any, la cual intuyendo que el objetivo era su cabello, detuvo el golpe con ambas manos para luego hacer un giro rápido, atrapando el brazo de la indeseable visita, para enseguida empujarla contra la pared.

-¡Mamá abre la puerta!.

-¡Pero hija…!.

-¡La puerta mamá!.

Su madre nerviosa se apresuró a abrir la puerta, acto seguido Any empujo a la pleitista y cerró la puerta.

-¡Abre la maldita puerta! ¿Crees que me podrás quitar a Eddie? ¡Primero te saco los ojos! ¿Oíste?.

Fue hasta ese momento que Any comprendió lo que ocurría, visiblemente molesta e indignada por parecerle aquella escena de lo más absurda y bochornosa tomó el teléfono, un gran alboroto se armaba en el jardín sillas, mesas, macetas comenzaron a volar, los vecinos curiosos se asomaban por las ventanas los peatones por las calles se detenían y murmuraban entre ellos.

-¿Llamas a la policía hija?.

-Debería, pero…

-¿Any?… pero ¿Qué pasa? ¿Qué son esos gritos? ¿Porque la urgencia?- respondió Ed del otro lado del teléfono.

-¡Me quieres hacer el favor de venir a sacar a tu noviecita de la casa! ¡Vamos! O llamare a la policía-.

Ed notó en la voz de Any tal urgencia, que se sintió confundido, y al mismo tiempo alarmado -¿De qué me hablas Any?.

-¡Ah! si claro el mil amores, lo olvidaba, bien esta es alta, ojos y cabello verde, con un corte muy extraño y dijo que se llama… ¿Madre como dijo que se llama la “señorita”? … Maeva.

-¡Ay no, no, no! ¡No puede ser! Voy para allá.

Inmediatamente después de terminar la llamada con Ed, un teléfono repicaba en el jardín.

-No pienso moverme de aquí hasta que me digas en mi cara y delante de ella que no tienen nada que ver- contestó furiosa Maeva la cual recorriendo recelosa el lugar, encendió un cigarrillo; al cabo de 10 minutos Ed se estacionó frente a la casa de Any, bajo del coche decidido a terminar con el asunto, la conocía lo suficiente para saber que no sería fácil tratar con ella en tales circunstancias, y que seguramente trataría a toda costa de continuar con el alboroto. Sin mediar palabra, la sujeto y la cargó sobre su hombro, las protestas, los gritos, los insultos por parte de Maeva no paraban, tan rápido como había llegado introdujo a su novia al coche y desapareció sin más.

-¿Acaso estás loca? ¿Qué pretendes? ¡Dime!- exclamó Ed una vez en el coche, aun sin creer lo que había ocurrido.

-¡Eres un desgraciado! ¿Acaso crees que yo nací ayer? Los han visto juntos, no me lo vas a negar y esa mentira de que “Solo somos amigos” que te lo crea tu madre, yo misma los vi, el viernes salieron por la noche, te vi bailando con ella… te veías taaan feliz y ayer la buscaste en el gimnasio para llevarla a tu casa, con tu familia, mientras a mi…

En medio de la gran cascada de insultos, y reproches Ed trataba de contener su ira, Maeva tenía razón en algo, era difícil de comprender y creer para muchos que Any y el solo fueran amigos, si a todas luces se apreciaba una gran empatía, existía entre ellos cierta complicidad como de quien, comparte cierto código secreto, la mayoría del tiempo los veían juntos, y se les veía felices, la madre de Ed tenía razón respecto a ella, al fin se había topado con barda, alguien que se burlaba de él y de su pretenciosa vida de conquistador.

De pronto un golpe en seco le sacó de sus pensamientos, la mano de su todavía novia quedó estampada en su rostro.

-Estás pensando en ella no lo niegues.

-Se acabó Maeva, baja del auto.

-¡No! ¡Tú no me puedes terminar así, por esa!- sus ojos enmarcados en negro se encendieron en furia.

-¡Te juro que te vas a arrepentir desgraciado! ¿Crees que esto se va a quedar así? Conmigo nadie juega.

-¡Ya! ¡Baja del auto por favor!- concluyó Ed harto de aquella escena, Maeva sin más bajo del auto dando un portazo, enseguida Ed aceleró sin dar oportunidad de nada.

Miró su reloj, el percance bochornoso de esa tarde podría retrasarlo si no se daba prisa. De regreso en casa terminó de alistarse, casi por salir dio un último vistazo en el espejo, un nombre como otras tantas veces llegó a su mente, sus ojos se iluminaron y una sonrisa se dibujó en su rostro, ella era el motivo de ese brillo.

“Si tan solo pudiera quitarme esta maldita costumbre de correr siempre en busca de distintos brazos, de nuevos besos, si tan solo mi pie no estuviera siempre a la puerta de alguien nuevo, si tan solo mi pie no se alejará nunca más de tu puerta… esto es una maldición, mi padre hace lo mismo y yo…”

Reflexionaba al tiempo que se estacionaba frente a la casa de la chica a la cual buscaba, toco a la puerta, nervioso arreglo su cabello con sus dedos y alisó su camisa, al tiempo que la puerta se abría sus pupilas se dilataban para llenarse con la imagen de la mujer que aparecía ante el.

-Hola- un beso.

-mmmmm ¿Flores? Sabes que no me gustan.

-Espero me perdones. Respondió Ed sabiendo a la perfección que las flores más bien eran un fastidio para ambos.

-¡Ridículo! Casi no llegas ¡Eh! Y estuve a nada de llamarte y cancelar la reservación. -Vamos Any, no serías capaz de romperme el corazón.

-Jajaja a la que le van a romper la cara es a mí, al menos tus clases de defensa me han servido de algo que si no, a ver si te las vas consiguiendo menos locas ¡eh!- concluyo Any tomando sus llaves y su chaqueta.