HÉROE DE GUERRA (Segunda parte) Por G. J. Villegas

in #castellano6 years ago (edited)

LANZAR una granada no era una opción. La habitación era muy pequeña y seguro también moriría por las metrallas. No era muy hábil con el cuchillo, además necesitaba acercarse mucho al enemigo para usarlo. A sus pies encontró un palo, lo bastante fuerte como para dar un golpe mortal y lo bastante largo como para evitar hacer contacto directo con quien estuviera por entrar a la casa. Escuchó un gruñido nuevamente, esta vez, al otro lado de la pared. Sintió cómo el corazón palpitaba a toda velocidad. Las manos comenzaron a temblarle, y el sudor del rostro se le metía en los ojos cerrándoselos. No era para nada un cobarde, le habían enseñado a dominar el miedo. Pero sabía que a pesar de asestar el primer golpe y liquidar al soldado que estaba por entrar a su escondite, los demás que lo acompañaban harían papilla con él. La idea de enfrentar una muerte segura no terminaba de encajarle cómodamente. Había huido del frente de la batalla para vivir y volver a su hogar, con su esposa y su hijo. No para ser otro cadáver más en aquella habitación. Tan pronto vio la silueta oscura del intruso, agitó fuertemente sus brazos. Pero se desbalanceó y, pisando una piedra, cayó de espaldas al piso.

Un gran alarido salió de su boca. Una mezcla entre miedo y enojo fue lo que clamó. Sus ojos se quedaron inmóviles, y dio unas carcajadas nerviosas, casi eufóricas, al ver que su temido atacante no era más que un perro; un cachorro de pastor alemán que merodeaba por allí. Otra víctima más de aquella guerra, que solo buscaba un refugio para escapar de las balas y quizá algo de comida para sobrevivir.

Es un alivio para él no tener que matarlo. También le aliviaba la idea de no morir acribillado en aquella habitación. El perro lo miró y parecía que intuía que el soldado era un amigo. Meneando la cola se acercó y comenzó a lamerle el rostro.

—Tranquilo amigo, a mí también me alegra que no estés armado —dijo el soldado.

Pronto cayó la noche. Compartía con el perro los restos de una lata de carne. Se puso en pie para irse, y una brisa fría le estremeció el cuerpo. El muerto en la ventana todavía llevaba puesta su gabardina, eso le hizo darse cuenta que era de noche cuando alguien lo mató, o quizá muy de mañana. Decidió marcharse en ese momento pero, no sin antes quitarle sus ropas al cadáver. Una gabardina y un par de guantes les serían útiles para el viaje nocturno.

Al salir, inspecciona de un vistazo todo a su alrededor. Le llama la atención que en uno de los edificios cercanos se ve una luz a través de una ventana. La mira cuidadosamente, la luz parece parpadear, y deja ver algunas sombras aunque no distingue ninguna figura. Cruza rápidamente la calle y el cachorro hace lo mismo. Podría seguir su camino, pero tiene que descartar que la fuente de esa luz represente un peligro para él. Se adentra en el edificio silenciosamente y sube las escaleras con el mayor cuidado posible. El perro parece entender la necesidad de no hacer ruido, pues se queda unos paso atrás y camina tan lentamente como el soldado

Después de subir dos pisos encuentra que la luz proviene de una fogata. Una hoguera improvisada con trozos de sillas y marcos de cuadros metidos en una cubeta de metal. El perro se apresura a entrar y olfatear el piso. Un olor extraño impregna el lugar, una mezcla de alcohol y carne podrida. Recuerda haber percibido algo así en la enfermería de las trincheras donde muchas veces llevó a compañeros heridos. Los cuerpos de soldados muertos que preparaban para enviar a casa también olían así.

El perro ladra repentinamente señalando a sus espaldas, y antes de poder voltear alguien se abalanza sobre él tirándolo al piso. El soldado logra dominar sin mucha dificultad el forcejeo, y la luz de las llamas le permiten ver el rostro de su atacante: un hombre mayor, de unos setenta años, con la cara pálida y la expresión de alguien muy enfermo.

El viejo hombre muestra sus manos en señal de rendición, quejándose de dolor y casi llorando por el miedo. El soldado se aparta de él apuntándole con su cuchillo y hace señas al perro para que deje de ladrar. El viejo en el suelo hace un esfuerzo de hablar y le dice:

—No me mate, no soy soldado.

Sabe que dice la verdad, es muy viejo para estar en batalla. Lleva un atuendo de civil, como los que suelen usar los abuelos. Una fea bufanda le envuelve el cuello y una de sus piernas, rota y ennegrecida, es la fuente de aquel olor a morgue.

Un pequeño niño aparece en el umbral de la puerta. Se queda inmóvil al ver al soldado con su cuchillo en mano y a su abuelo en el piso. Un gesto de terror se dibuja en su cara y el oficial intenta calmar las cosas guardando el arma y mostrando las manos limpias. Le hace señas al pequeño para que entre y se acerque al viejo.

Queda claro para él que no son una amenaza. Son solo otras víctimas de aquel conflicto. Quizá los únicos sobrevivientes de toda la familia. Era desgarrador verlos y pensar que apenas pocos meses antes, probablemente en aquella misma habitación, abuelo y nieto se sentaban a contar historias, a tomar chocolate caliente o a jugar ajedrez. Quizá la madre en la cocina preparaba un rico postre y el padre leía su periódico sentado en un sillón. Ahora la guerra parecía haberles arrebatado todo eso.

Le partía el corazón imaginar que su esposa y su hijo podrían llegar a vivir la misma escena en casa. Se quitó su casco y sentándose en el piso les preguntó:

—¿Hay alguien más con ustedes aquí?

El niño no respondía, pero el viejo negaba con la cabeza.

—Me llamo Cory —dijo el soldado con tono suave.

—Yo soy John, y este es mi nieto Timothy —respondió el abuelo aún en el piso.

—Lo ayudaré a levantarse John, no voy a hacerles daño —declaró el oficial acercándose al abuelo y agregó— Es una herida grave la que tiene en la pierna.

—Fue una metralla, llevo así varios días.

Puso al herido recostado contra la pared, cerca del calor de la fogata. Timothy se sentó al lado de su abuelo. Él y el perro se sentaron cerca de la puerta…

continuará…

HÉROE DE GUERRA (Primera parte)



"La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran" Paul Valéry



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¡Qué tensión! Buen post.

Excelente trama, y gran mensaje antibélico ya espero la 3ra parte

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