Relato: La Fuente de La Plaza Libertad [Parte 4]

in #castellano6 years ago

Te invito a leer a historia completa:

Parte 1

parte 2

Parte 3

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"Serás estúpido Luigi" Se decía Luis a si mismo mientras Socavados abordaba el escenario, en medio de una nube de humo que se esparcía sobre luces LED de un tono carmesí intenso. Aquellos rayos formaban caminos entre el espeso aire hasta reflectores móviles; era como si las puertas del infierno se abrieran en medio del escenario y de ellas asomaran los cinco miembros de la banda. La voz tenue, dulce y melodiosa de un tal Alex rompía el silencio sobre un sintético sonido orquestal, pronunciando suavemente la frase "Donde estás amor?"

Esa misma pregunta se la hacia Luis, y se la haría durante los días siguientes. Sus amigos, sin embargo (y pese a no ligar con nadie) disfrutaban el intenso frenesí del concierto, él encontraba en las canciones frases que casi podía identificar en su mente como pensamientos propios.

"No puedo borrar tu recuerdo" Cantaba Alex, y Luis lo gritaba dentro de él aunque no decía palabra alguna. Algo abrumadoramente cálido sentía en su pecho. Era un rostro que regresaba y una sonrisa clavada en su retina. Era el delicado roce de unas manos frías deslizando un cigarrillo hasta sus dedos. Era ella, era Adriana, era Ana, era aquella preciosa criatura en llanto que conoció en la fuente de la Plaza Libertad. Era la chica que lo enamoró en sólo un instante, que sería eterno en su memoria.

Luis ya no estaba en este mundo. Vivía en un fantasía que se repetía en su mente una y otra vez sin parar. Por un momento volvía a la fuente buscando a Ana. Rodeaba la pileta en su búsqueda sin ningún éxito, y volvía a repetir la rutina insistentemente. Una vez. De nuevo otra. Parecía un camino infinito de donde era incapaz de salir salir, solo podía darle la vuelta a la fuente en búsqueda de ella.

Eventualmente encontraba una pista: un pañuelo. Él pañuelo. Aquel pañuelo que inició todo. Ese mismo pañuelo que ella nunca regresó a sus manos estaba en el borde donde ella tomaba asiento. Entonces se acercaba a tomarlo dando pasos lentos, pero con el corazón acelerado. Y mientras se inclina a tomarlo con un asombro y dicha tal como si encontrara una reliquia invaluable, el agua vibrante de la pileta deja ver un borroso reflejo de una persona a sus espaldas. Entonces giraba suavemente para encontrar de nuevo el dulce rostro de Ana y fundir sus labios con los suyos en un apasionado beso.

Súbitamente, Luis regresaba a la triste y dolorosa realidad. Sufría al notar que sólo estaba soñando, y que no tenia ni idea de donde estaba Ana ni esperanza alguna de verla de nuevo. Para luego volver a calmar sus ansias repitiendo el sueño.

Tino (en un plano mucho más terrenal) estaba a tratando de ligar con cuanta fémina apareciera en su camino. Si algo positivo tenía el pálido y delgado Valentino, era que nunca discriminaba cuando se trataba de buscar sexo. Mientras tuviese vagina, y no tuviesen mayor consanguinidad, él consideraría practicar coito con ella. Esta actitud desinhibida, según Tino, es como los verdadero hombres deben ser, aunque estaba muy lejos de encajar completamente en la definición mas amplia de un hombre.

Valentino, además de parecer una versión miniatura de un personaje de crepúsculo, no tenía precisamente un código moral muy estricto. Era un amante del vacilón y el humor verde, negro, rojo y de todos los colores. Pero no siempre fue el irreverente chico extrovertido que ponía a prueba la paciencia de todos (Incluso a sus únicos amigos les costaba soportarlo a veces). Durante sus años de escuela, si algún chico se acercaba a él era para hacer alguna broma pesada, y las niñas prácticamente lo trataban como un leproso en tiempos bíblicos.

Luis y Alejandro cambiaron por completo el panorama para él. Si bien aun hablar con chicas no era su fuerte, tenia suficiente seguridad en si mismo, y suficiente resistencia en su autoestima, para acercarse a cien chicas distintas en una noche y ser rechazado por el mismo número de ellas. Su propia forma de ser, era su método para responder a la increíble soledad que había sentido durante toda su infancia.

Los padres de Tino, para su fortuna, le daban los lujos necesarios para que al menos pudiese escudarse en la ropa costosa, los videojuegos, y un consentimiento casi infalible de sus caprichos. Y más allá de eso, nunca tuvo en su casa un mal ejemplo familiar. Tanto su padre como su madre habían alcanzado una madurez tal al momento de su matrimonio(y la crianza de sus dos hijos) que entendieron la convivencia familiar de la mejor forma posible.

Pese a eso, Tino no era de contarle a sus padre, ni a nadie en lo absoluto, sobre lo que sentía desde su infancia. Simplemente vivía a su modo, convirtiendo su tristeza en una personalidad difícil de digerir; pero una vez te acostumbrabas a él, seguramente ibas a aprender a apreciarlo tanto como lo hacían sus únicos dos amigos.

Socavados presentaba un tema titulado "Casa de papel" cuando Tino, luego de tan diversos intentos fallidos, encontró una chica entre la audiencia del concierto que se divirtiera con sus monerías. Aunque la melodía y letra de la canción era triste y acelerada, él gesticulaba de forma sobre-actuada la melancólica música. La chica de cabello enrulado y piel morena lo observaba con una contenida risa que fue suficiente invitación para que Tino se acercara a ella cantado, ante la mirada llena de expectativa de Alejandro.

"Esas paredes escritas con nuestra historia,
y el techo pinta tu rostro en mi memoria.
Consumido todo por tu absurdo egoísmo.
Hoy sólo hay cenizas dejadas en un abismo.

Vivo solo, sin saber que hacer
en esta triste casa de papel"

—¡Esta canción es genial! —señaló Tino.

—¡Por favorr! Esperfectaa —dijo la chica casi a gritos, intentando sobreponer su voz a la música.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Tino.

—Carla —se presentó— ¿Y tú?

—Valentiino, pero me llaman Tinooo —aulló él.

—¿De donde eres Tino?

—Vivo en Don José, en uno de los edificios de La Orquídea.

—Que bien. Ah mira, ella es mi novia —dijo ella tomando de la mano a una chica a su lado, quien saludo agitando la palma en su otro brazo.

—¡Holaa, soy Génesis! —dijo la chica.

—Hoola —dijo Tino con con una sonrisa de constipado— ¡es un gusto! Pero estoy con mis amiigos. Vooy pa'llá.

—Okey —dijo Génesis

En cuanto Tino pudo darle la espalda a las chicas, la falsa sonrisa que definió en su rostro se convirtió en una expresión de desanimo que bien podría ser de un niño a punto de iniciar un berrinche. Alejandro le observó todo el rato, y no tardó en asumir por el contexto lo que ocurrió. Soltó una carcajada tal, que Tino la escuchó mientras caminaba pese a la fuerte música en el ambiente.

Tino se acercó a Alejandro mientras casi se revolcaba de la risa (Sólo le faltaba un mini traje negro de marinero para ser la viva imagen de Quico antes de decir "No me simpatizas"). Se puso a su costado y lo tomo por el hombro diciendo "No hablarás ni una palabra de esto". Aunque su amigo definitivamente lo molestaría por meses por su infortunio. Durante el resto de la noche, el poco animo que le quedaba sería apenas suficiente para no hacerlo abandonar el concierto en pleno desarrollo.

Pese a la hilarante situación que protagonizó su amigo, Luis seguía demasiado lejos de este mundo para siquiera burlarse de él como acostumbraba. El resto de la noche los tres se limitaron a seguir el ritmo de la música y cantar las letras que reconocían. Tuvo que acabar todo el concierto para que Alejandro (por fin) tuviese su oportunidad para hablar con una chica.

Gracias por leer. Un abrazo enorme.

Daniel Eduardo Alba @huesos.png

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