El asesinato cruel e inhumano de un perro por empleado de una tienda del Carrefour viene causando intensa conmoción Brasil afuera, principalmente a través de las redes sociales. Quien tenga estómago para ver las escenas dantescas captadas por las cámaras de seguridad del lugar por lo menos se rebelará fuertemente. La humanidad se va perdiendo y lo que de humano quedará no se sabe. Hay mucho que temer.

La población de hombres creció y, junto con ella, la de animales también. La convivencia se hace necesaria y convivir requiere mirar hacia fuera, pensar más allá de sí. Cuanto más se coloque como primacía el yo, en detrimento del todo, menos el hombre será capaz de tener compasión, de tener empatía. Quien sólo piensa en sí mismo no tiene tiempo para nadie más. Y el afecto, que se desarrolla en la relación con el otro, se va en rara. Se perjudica, así, el afecto por gente, el afecto por bicho.

La gente parece no tener más tiempo para socializar, para oír al otro, para mirar lo que hay allá afuera, ocupadas que están con la propia vida, con las cuentas, con los boletos, con los cobros en la oficina. Se valoran las apariencias, el exterior, los ambientes higiénicos. Y, por la visita de un superior, la gerencia de la tienda pidió que dieran una manera en aquel perro, cuya presencia pegaba mal, a pesar de que el animalito sólo quería jugar, amar, vivir.

Y tal vez haya sido ésta la razón de tanta revuelta: el perrito sigue a su verdugo sacudiendo el rabito, contento, esperando recibir algo bueno, por lo menos un cariño. Pero fue al encuentro de la tortura, del sufrimiento y de la muerte. Ciertamente, esa fatalidad al menos servirá como un marco de la causa animal, porque los rumbos de esa lucha ganaron nuevos contornos, voces extremadamente fuertes y más simpatizantes por el país.

Desafortunadamente, no hay ningún ser capaz de odiar como el hombre. Odea similares, similares y afines. Odio a quien piensa diferente, quien no piensa, quien se atreve a pensar. Odio, a pesar de cargar el mundo dentro de sí. Odio las plantas, las flores, los bosques. Odio a los gatos, odia perros. A pesar del amor que ve, que lee, que intentan enseñarle. Odiar. Y mata. Y se mata. Y acabará exterminándose a sí mismo ...

fuente : Prof. Marcel Camargo.