¿Alguna vez ha pasado por tu cabeza qué harías si el diablo te escogiera como intermediario para tratar de comprobar una simple e inquietante pregunta; realmente el ser humano es bueno o malo? A cambio de ello conseguirías todo, absolutamente todo lo que has soñado pero con la excepción de proponer a las demás personas un grave delito. ¿Aceptarías tal propuesta? Piénsalo bien... después de todo tú no harías nada malo porque ¡vamos! Serías algo así como el mensajero, sólo te encargarías de presentar los acontecimientos y ellas romperían las reglas. Suena simple y sencillo. Pero... ¿a dónde crees que te enviaría? Él concebiría su juego, sabe cómo hacerlo... ¿y si lo hace en un lugar apartado del mundo, un lugar donde todos contemplan la vida con alegría, paz y compasión?

El diablo sólo busca algo concreto.

Infringir uno de los diez mandamientos:

Viscos es un pequeño pueblo situado entre las sombras de lo desconocido. Apartado del mundo, como habría de suponerse, e invadido por una mínima población que en unos cuantos años no tardaría en extinguirse. Un ejemplo de ello era la vieja Berta, quien desde hace quince años atrás se sentaba a las afuera de su casa, de vez en cuando hablando sola y apreciando el mismo paisaje de las montañas, pero los habitantes de Viscos sabían que los ancianos suelen comportarse así; sueñan con el pasado, reviven momentos felices y perdidos a lo largo de su juventud y sacan tema de conversación con los vecinos. Berta tenía un motivo para estar allí, uno que si lo contase probablemente la tomarían de chiflada como en otras ocasiones. Su tiempo de espera acabó cuando observó a un foráneo pisar la entrada del único hotel en la aldea. Tal vez no era lo que esperaba; cabello grisáceo, largo, sin afeitar y ropa desgastada. Un hombre, una mochila colgando de su hombro y a paso lento con su principal acompañante: el Demonio. Tal vez se imaginaba algo más expectante. Como dicen por ahí, un demonio no necesita tiempo para causar catástrofes, al igual que las tempestades y avalanchas; consiguen destruir techos y árboles que fueron plantados hace cuatrocientos años. El mal acababa de entrar a Viscos y Berta comenzaba a pensar que sólo se trataría de una visita. Es lo que hacen todos, caminan por el mundo disfrazados, la mayoría de veces para saber que está sucediendo y en otras para poner a prueba el alma de un inocente. Son inestables, no pertenecen en un lugar por mucho tiempo. Su brújula es el deleite de liberar una batalla que valga la pena. ¿Qué tan atrayente podría ser Viscos para ese hombre y por qué?

El hotel por su parte, era al mismo tiempo, restaurante de comida rápida, tienda de regalos, establecimiento de artículos regionales por las mañanas y un bar donde los habitantes de Viscos solían tomarlo como punto de reunión para discutir acerca de lo mismo de siempre; las estaciones del año, las próximas actividades en la iglesia y el progreso en la ganadería. Ellos, y cada uno de los que residían allí sabían que se encontraban obstinados de vivir en un mundo que ya había cerrado sus puertas para un próspero futuro. Sin embargo, les resultaba difícil aceptar que formaban parte de la última generación de campesinos y pastores que habían poblado aquellas tierras desde hacía siglos; les habían enseñado muy bien la importancia de su generación. En aproximadamente una hora, la población completa de Viscos estaba al tanto de que un extranjero acababa de hospedarse; llamado Carlos, nacionalidad Argentina y que vivía en un hermoso vecindario. Esa sin duda, era la intención de peregrino.

Al día siguiente bajó, desayunó y dejó una de sus prendas sucias en la lavandería que ofrecía el hotelito. Tomó su mochila, la colgó del hombro -en su interior con once lingotes de oro que pesaban dos kilos cada uno- y emprendió camino hacia las montañas. Se adentró en el corazón del bosque, intentando acostumbrarse al sonido emitido por los insectos, la melodía de algunos pájaros cantando y el suave viento que se desplazaba en una dirección contraria. Estuvo sin hacer nada durante más de una hora, sabía que en un lugar como ese (y por experiencias anteriores) cualquier individuo podría estar observándole. Cuando estuvo seguro de que no, cavó un agujero y enterró uno de los lingotes. Escaló un poco más y estuvo otra hora sin hacer nada. Volvió a cavar un agujero donde escondió los diez lingotes restantes. De regreso al pueblo se encontró con una chica, sentada a la orilla de un arroyo y manteniendo su mirada fija en el libro que sostenía con firmeza. Ella levantó los ojos hacia él y retomó su lectura; había recordado las palabras de su madre ''Jamás le dirijas la palabra a un forastero'' pero él era nuevo y como cualquier turista tenía el derecho de hacer amistades. Así que se acercó a ella y le emitió un saludo. Esa misma tarde el forastero la guió hasta las montañas y le mostró los lingotes de oro. La chica no entendía en qué la involucraba ese paradero, mucho menos comprendía la intención de mostrarle esa enorme cantidad de oro. Comenzaba a relacionarlo con insinuaciones sexuales, es decir, no era la primera vez ni -desgraciadamente- la última que alguien intentase seducirla de una manera tan grotesca. Pero, ¿por qué tanto dinero y por qué a ella? El hombre no tardó en morder el anzuelo e hizo su curiosa propuesta, sabía que había escogido a la persona indicada. Un muerto en siete días, era todo lo que les pedía a los habitantes de Viscos para entregarles el tesoro.

Chantal Prym, es el nombre que prontamente descubre el extranjero. Es camarera del hotelito. Tiene una vida igual de tranquila en la localidad de Viscos, en realidad no se puede esperar más siendo de las pocas jóvenes que habitan en el área. Más asustada que sorprendida, Chantal se niega a cumplir con semejante misión. No obstante, su compañero sutilmente la presiona. De no cumplir con su petición, él mismo le contaría a los habitantes de Viscos la existencia de la fortuna, y por ende, Chantal -en el fondo- no desea que ellos la adquieran. Así que acaba aceptando.

Los habitantes de Viscos se familiarizaron enseguida con el extranjero. Cuando anochecía, siempre era el primero en llegar al bar. Sabía pedir los platos más finos, elegía el mejor vino que no era necesariamente el más caro y le contaba diversas historias a los lugareños. Chantal, por otro lado, volvió a su trabajo de camarera mientras sentía cómo una enorme lucha se desataba dentro de su conciencia. Durante las próximas tres noches, los pensamientos de esta chica se convirtieron en un campo de batalla. Decide contarles a los pobladores acerca de el oro y la condición, no sin advertirles que -de todos modos- era decisión de ellos a quién les harían caso; si a Dios o a unos simples lingotes de oro. Todo los habitantes se encontraron en desacuerdo con ella; unos pensando que nunca debió haberlo mencionado y otros creyendo que si llegase a pasar un crimen ella sería la víctima. Conscientemente, las autoridades del pueblo comenzaron a considerar tal propuesta. Sin ganas de continuar torturando sus pensamientos, Chantal toma el valor de ir donde se encuentra el lingote y desenterrarlo, huir para siempre y acabar con esa pesadilla. Cuando está a punto de tocarlo, el lobo maldito la rodea. El extranjero aparece y lo espanta con una piedra. Finalmente, no roba el oro. Mientras esto sucede, en el pueblo se desarrolla una misa donde el cura -una de las principales autoridades- explica que a veces es necesario el sacrificio de alguien. Llena la iglesia de palabras idénticas y horas más tarde llegan a la conclusión de que la víctima sería Berta por ser la ciudadana con más edad. Sortearon el arma cargada para cometer el homicidio, el destino escogería al asesino. El día asignado fueron todos en busca de la vieja Berta, hasta acecharla junto a un paredón. Chantal llega en el preciso momento y les pide pensar en las consecuencias, así como también en la poca confianza que ofrecían los gobernantes.

Al día siguiente, Chantal en compañía de Berta fueron en busca del extranjero; quien en el fondo se sentía tranquilo de que el crimen no se llegase a cometer. Así mismo, había comprendido -con las distintas actuaciones que pudo observar en los habitantes- que el hombre no es totalmente bueno, ni totalmente malo por naturaleza. Sino que, su conducta es el resultado de decisiones exclusivas. De esta forma, le entrega el dinero a Chantal y ésta decide marcharse para siempre, despidiéndose únicamente de Berta. En el camino se cruzó con algunos amigos cercanos, la saludaron como si Viscos no hubiera tenido la asistencia del Diablo. Miró por última vez aquellos inigualables paisajes, montañas que comprendían su querido pueblo natal y le dio la espalda dispuesta a emprender una nueva vida.

El extranjero es un hombre de vivencias. Vivencias que miles de personas ni siquiera imaginan que podrían existir, y que más allá de los límites busca tanto el deleite como el entendimiento. Un hombre que conoció el paraíso cuando se consideraba esclavo de la monotonía y que conoció el infierno cuando pudo poseer el paraíso. Es lo que es, un hombre que ha sido bueno y malo, tal vez sea la persona más apropiada para responder su pregunta sobre la naturaleza del ser humano, por esa razón estuvo allí. El extranjero buscaba una determinada verdad. Tal vez sólo llegó a averiguar la teoría, y ahora sólo quería definir la práctica. Ir a un lindo lugar, lleno de honestidad y bondad, un lugar donde jamás se pierda el espíritu de esperanza y aún así, ver si algunos de ellos rompía uno de los diez mandamientos de Dios: ''No matarás.'' Su intención fue mostrarle a la chica el sitio exacto donde se hallaba el oro, dándole la infinita voluntad de robarlo y marcharse, de recorrer el mundo, de realizar todos los sueños que una joven como ella seguramente desea. Pero al saber que le pertenecía a él, estaba consciente de que infringiría uno de los diez mandamientos: ''No robarás.'' Por otro lado, el extranjero atormentado por un pasado se dedicaba a observar las reacciones de un pueblo y de una chica torturada por las alternativas que se le presentaban.

Por eso haz el bien sin mirar a quién.

Esta fue mi entrada a un concurso de escritura libre. Creo ya haber dicho antes que ''El Demonio y la Señorita Prym'' es de mis favoritos de Coelho. Hoy tuve la oportunidad de elaborar un breve resumen y mi fiel opinión del por qué me fascina tanto. Es una lectura que me dejó con parte de las lecciones más importantes de mi vida, y sin duda podría volver a leerlo unas cuantas veces más. Espero sea de su agrado tanto como lo es para mí.

Muchas gracias @elinderzambrano por incentivar al lector a introducirse en el increíble mundo de la escritura.


Si gustan participar aquí les dejo el link: https://steemit.com/blog/@elinderzambrano/concurso-booksteem-cultivando-en-los-lectores-venezolanos

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