Hola Steemians!! Acá les dejo la segunda parte del primer capítulo de "El fin de la nueva era", historia post-apocalíptica y de ciencia ficción que he estado escribiendo. Espero les guste!

Capítulo I
El inicio del fin
(segunda parte)

Mientras intento pasar mi asombro, grabo y archivo cada una de las cosas que voy descubriendo con la cámara interior y exterior del Grizzli, pero siento una ansiedad horrible estando dentro de esa ranura.

Me siento observado.

Pero aun buscando en cada uno de los escondrijos de la ranura, no encuentro ningún Inbēdā que pueda estar “observándome”, así que solo sigo mi trabajo y paso de ello. Cosa que aunque me aterre hacer, debo. Sigo grabando las escrituras de las columnas y el piso empieza a temblar. No es como si fuesen normales los deslizamientos de tierra en estas zonas, por lo que empiezo a preocuparme. Un fuerte estruendo suena de la nada, y caen dos columnas. Intento salir lo más rápido que puedo de la ranura, pero la entrada a esta se colapsa, atascándome por completo dentro de este oscuro abismo. El temblor es cada vez más fuerte y otras dos columnas empiezan a caer directo al suelo, y aun teniendo ya un plan para salir de este apuro de manera rápida y sin daños, el Grizzli no se mueve; hay algo en el suelo que me impide mover mis pies.

Me acomodo entre la alocada situación y observo detenidamente el suelo, cuando descubro que lo que no me permite avanzar son dos manos inmensas sumergidas bajo tierra. Mi asombro es tanto que quedo completamente petrificado, aunque por reflejos empiezo a disparar como loco con dirección a mis pies para destruir por completo las manos que me atan. La balacera continúa pero esta no cumple con su misión y de la nada los brazos empiezan a emerger de la tierra mostrando el cuerpo completo de un Inbēdā, pegado a otro Inbēdā. Dos de esas cosas están bajo mis pies, elevándome por los aires cual escalera a trabajador de servicios. Al ver que usar la bazuca no funciona, opto por dejar de disparar y empiezo a usar mis manos para romper las rocas y encontrar una salida, pero mi acción es interrumpida por los invasores. Estos me lanzan cual pelota de tenis y soy mandado a la fuerza a fuera de la ranura, rompiendo rocas y paredes.

Me hallo en el suelo de la fosa, afuera de la ranura, preparándome para defenderme y observo como de dentro de la ranura empiezan a salir más Inbēdā’s arrastrándose como cucarachas y aplastándose los unos a los otros, corriendo directo hacia mí. Los Inbēdā’s que salen de la ranura sobre pasan y triplican la cantidad de los que asesine hace un rato, haciendo casi imposible mi supervivencia. Hago todo lo que puedo y actuó cual piloto militar que soy disparando a diestra y siniestra, pero los Inbēdā’s atacantes siguen aproximándose.

Me encuentro aplastado bajo una cantidad incontable de Inbēdā’s luchando por salir, mientras intentan demoler a la fuerza cada una de las extremidades del Grizzli.

Mi protector se encuentra arruinado. Me hallo completamente solo y no encuentro la manera de salir de esta situación. Uno de los Inbēdā’s atacantes estira su brazo y fractura el casco del Grizzli, dejando entrar una ráfaga de aire asfixiante al Titan. Las alarmas de alertas del protector empiezan a reventarme los tímpanos, y por primera vez en mi vida veo a un Inbēdā acercándose a comerme.

Grizzli no puede moverse, y estoy quedándome sin aire.

Cierro mis ojos y acepto lo que viene. Moriré. Moriré luchando por la humanidad. Moriré piloteando un Protector. Mi Protector. El Grizzli.

Dentro de la oscuridad, pueda oler el aliento del Inbēdā y sentir sus dedos abriéndose paso entre los cables y conectores del casco de Grizzli. Pero se detiene. No me come. No termina de comerme y solo se queda petrificado, inmóvil, ignorando tal vez mi presencia. El ruido sordo de una aeronave se escucha a lo lejos, y un destello de luz blanca alumbra todo mi rostro. Abro mis ojos y observo lo evidente: una aeronave de la base general me ha rastreado y se acerca a sacarme de allí. Algunos Inbēdā’s se alejan de mí y corren hasta la nave para derribarla, mientras el protagonista de mi muerte se queda aguantándome, inmóvil. Intento zafarme de entre sus manos; pero está increíblemente apretado acá adentro, por lo que mis intentos son en vano. Escucho una explosión y observo por el rabillo del ojo como dos Protectores se acercan corriendo a rescatarme. La aeronave trajo consigo a mis dos gigantes rescatistas, quienes logran sacarme del apuro. Los Inbēdā’s de los alrededores caen muertos al suelo, generando un estruendo abrumador, mientras otros Inbēdā’s se acercan a la zona de acción. Los chicos me colocan en la aeronave mientras ellos se adhieren a la misma para poder alejarnos de la batalla. Desde lejos, mientras los paramédicos observan mi cuerpo y mi pulso, veo como los Inbēdā’s siguen corriendo bajo nosotros, queriendo comernos.

La aeronave se sigue alejando de la zona de guerra, dejando por completo atrás a los Inbēdā’s. Ya lo horrible ha pasado. Me encuentro sano y salvo con mi equipo, regresando a la base general para sanar mis heridas. Los suicidas regresan a casa.

Gracias por leerme y llegar hasta aquí. Si les gustó la historia y quieren saber mas de Jared Avci, comenten y háganmelo saber, es muy importante para mi.